Comúnmente cuando los niños terminan de comer en algunas vacaciones, las madres les prohíben entrar a la piscina o a la playa porque pueden presentar un fuerte cólico, así los niños son obligados a permanecer una hora fuera del agua, pero ¿realmente afecta a la digestión?
La nutricionista Ana María Sirtori, hace énfasis que el problema no es el agua, sino el ejercicio que usualmente es realizado cuando entran a ella, como nadar, lo que crea un desvió en la de sangre hacia los músculos, causante de trastorno digestivo o vomito. De hecho, entrar al agua posterior a alimentarse no detiene la digestión, esta se puede tomar más de una hora, alcanzando casi 4 horas más.
Otra razón común que prohíbe a los niños de entrar a jugar en el agua son los calambres; Darren Morton, un científico especialista en el área de deportes, explica que los calambres inician por la hinchazón del estomago causado por ingerir alimentos durante la actividad física.
“Esta inflamación presiona el área externa de la pared abdominal, donde se encuentra el peritoneo parietal, una zona lo bastante sensible que termina por causar un dolor que puede resultar en un calambre», explicó el científico.
¿Dónde entonces esta el verdadero problema?
Para el doctor Gonzalo Guerra, el inconveniente es el shock periférico causado por contraste de temperaturas, en este caso, si una persona ingresa a una corriente con temperatura muy baja, la circulación disminuye, al igual que los latidos del corazón, partiendo de eso comienza a llegar menos sangre al cerebro, recibiendo menos oxigeno que causa una pérdida repentina de conciencia.
El doctor Gonzalo Guerra recomienda que la mejor solución para evitar este caso es adentrarse poco a poco al agua fría para que el cuerpo pueda adaptarse a la temperatura.