Un día antes de que la Contraloría General de la República dictara que la modificación al protocolo de la Ley de Aborto en tres causales no se ajustaba al derecho y, al mismo tiempo, mientras diez universidades chilenas permanecían en toma o paro –que a la fecha suman más de 20–, Isabel Plá (54), la actual ministra de la Mujer y Equidad de Género, nos concedió esta entrevista en su oficina de Amunátegui, en el centro de Santiago.
Nació en Quillota y es la mayor de cuatro hermanos de una familia alejada de la política. Se interesó por temas en esta línea después de los 26 años, cuando apenas terminaba de estudiar Relaciones Públicas. Primero se integró a Renovación Nacional (RN), pero renunció para militar en la Unión Demócrata Independiente (UDI) y llegó a ser vicepresidenta del partido en 2016.
Se define intensa y aclara que, aunque está acostumbrada a tener mucha actividad, la tarea que asumió hace poco menos de cuatro meses –en medio de cuestionamientos por sus dichos en redes sociales contra el aborto– es la más exigente que ha tenido. “Mi vida personal está minimizada, me gustaba correr unas tres veces por semana, ahora llego tarde y cansada”. A pesar de que la ministra trabaja hace años con el Presidente Sebastián Piñera, e intuía que seguiría siendo así si ganaba las elecciones, desconocía que sería en el gabinete.
“Quise ser parlamentaria dos veces por mi partido, pero nunca imaginé ser ministra. De niña tampoco estaba en mis planes, porque crecí en un Chile sin política. Hace tiempo conozco al Presidente porque trabajé en la Segpres en su primer gobierno y después fui parte de Avanza Chile, sabía que iba a estar en su equipo, pero no sabía en qué cargo”, confiesa.
Todo esto en el contexto del estallido de la ola feminista que se ha tomado liceos y universidades chilenas para exigir una serie de demandas en igualdad de derechos, como el fin del abuso sexual y la educación sexista.
¿Qué le parece que las estudiantes secundarias y de la educación superior estén movilizadas?
La situación en las universidades es parte de los cambios que presionan a Chile y el mundo. Si hay alumnas que han recibido maltrato de profesores o estudiantes, o un trato diferente al de sus compañeros, están en pleno derecho de recibir trato igual y reparación. Estamos teniendo una ola que exige igualdad, dignidad, fin a la violencia y al acoso. Es un momento importante para el país, porque transitamos desde un Chile machista a un Chile moderno, con “tolerancia cero” a la violencia y con iguales oportunidades para hombres y mujeres.
¿Se ha sentido discriminada por su género a lo largo de su carrera política?
Todas las mujeres hemos sido empequeñecidas o ninguneadas. Me pasó en reuniones: pedía la palabra y costaba para que me la dieran y, cuando lo lograba, la otra persona empezaba a ver su correo o no me ponía atención. También que en el trabajo me llamen “Isabelita”, me molesta mucho. Hace poco un parlamentario me dijo: “¿Cómo estás Chabelita?”. No me gusta el diminutivo, salvo en un ambiente íntimo, en otro contexto hay un mensaje subliminal y yo lo aclaro cuando puedo: “Me llamo Isabel”.
Hace poco, Recoleta y Las Condes presentaron ordenanzas que sancionan el acoso callejero. ¿Qué opina?
Es una buena iniciativa. Otras comunas lo están evaluando y hay muchos proyectos de ley que son interesantes, pero antes tenemos que despachar los proyectos de violencia en el pololeo y sala cuna, por ejemplo. Más relevante que la misma ley es que los chilenos debatamos sobre alcanzar mejores estándares de convivencia.
Sin embargo, en el Congreso hay un proyecto de ley sobre el tema desde 2015.
Lo miramos con interés, pero tenemos prioridades. Tal vez la ley va a salir, pero las personas podemos comportarnos mejor sin que exista. Estoy segura que muchos hombres que tenían comportamientos no adecuados en la calle, ahora se frenan y deben entender que no tienen derecho a tratar a una mujer como objeto de deseo. Hay una nueva generación de mujeres que lo tiene más claro que la mía, que lo había naturalizado, y no acepta que un desconocido les grite algo. Eso no pasa sólo por una ley, tenemos que evolucionar como sociedad.
En lo personal, ¿ha vivido algo así?
Hace años, cuando era adolescente, me gritaban cosas feas en la calle. Me acuerdo que cruzaba la calle, retrocedía, o me daba la vuelta porque me daba susto pasar.
Menciona el miedo, un sentimiento presente también entre víctimas de abuso sexual. ¿Cómo las mujeres podríamos sentirnos más protegidas?
Hay una revolución mundial contra la violencia hacia las mujeres en todas sus expresiones, pero ningún país ha podido eliminarla. Las denuncias del último tiempo permiten que quienes han vivido rodeadas de una muralla de silencio, empiecen a derribarla y sientan que se está levantando la voz.
Un tipo de violencia es, por ejemplo, la discriminación que recibimos las mujeres en las isapres. ¿Cómo podría ser más justo?
Las mujeres enfrentamos una brecha para ingresar al trabajo, en el salario, al jubilar, y además pagamos más que los hombres en edad de mayor fertilidad en las isapres. El gobierno tiene contemplada una reforma y, como ministerio, nos interesa terminar con la discriminación por género y edad. Además, planteamos que si la maternidad es la causante de un precio hasta tres veces mayor en los planes de las mujeres, entonces debe tener un correlato con la paternidad. Los padres debieran hacerse cargo también de la salud, del parto y de los hijos.
Tajante y drástica, la ministra Plá trabaja desde los 90 en temas de género y, tras asumir su cargo, parece estar más conectada con ello, en contraste con los mensajes de su cuenta de Twitter antes de aceptar el cargo, en los que comparaba el aborto con la esclavitud, o se quejaba de que las feministas odiaran la feminidad.
“El género femenino ha debido llevar toda la vida el peso de la responsabilidad, por eso, cuando una es violada, se preguntan “¿qué hizo para provocarlo?”, o si es acosada dicen “ella también le cerró el ojito”. A la mujer se le culpa, no se le cree. Incluso hasta cuando es asesinada se sospecha de ella. Nosotras merecemos el mismo respeto que los hombres y para eso se tiene que provocar un remezón social”.
Tras la interpelación al ministro de Salud, Emilio Santelices, por los cambios en el protocolo de objeción de conciencia de la Ley de Aborto en tres causales, se llenó de críticas ante la duda de cómo se aplicaría el derecho que ganaron las chilenas en 2017. Sobre este tema, la ministra se mantiene al margen, pero asegura que el procedimiento se cumplirá según la norma y prefiere dejar de lado sus opiniones personales.
“Si me preguntas por la interrupción del embarazo en las tres causales, ya fue zanjada y el gobierno la está cumpliendo. Todo lo que tiene que ver con la ley le corresponde al Ministerio de Salud. A nosotros nos corresponde asegurar que las mujeres que soliciten la interrupción de su embarazo, por cualquiera de las tres causales, sea atendida como indica la ley. También que reciban trato digno, que el acompañamiento funcione y que el derecho se les ofrezca para que lo decidan libremente”.
Cuando fue nombrada ministra, recibió críticas por sus dichos en redes sociales. Ahora que representa a las chilenas, ¿ha encontrado algún punto de convergencia?
Estoy en temas de género desde el 93, no son nuevos para mí. Trabajé con una de las diputadas autoras del proyecto de acoso sexual, de dos reformas a la ley de pensiones de alimentos y de una modificación a la ley de abusos sexuales y violación. Mi nombramiento fue tan polémico como la de otros ministros, es parte de ser oposición criticar las designaciones del oponente. Así es la política, yo lo entendí de esa manera.
¿Se arrepiente de sus dichos en Twitter?
Tengo posiciones que van a ser mis posiciones hasta que me muera. Además, ahora soy ministra de un gabinete, que tiene un Presidente, que tiene un programa de gobierno, al que yo adhiero plenamente y mi labor es cumplir las leyes e impulsar ese programa.
¿Con todo esto se considera feminista?
Todos tenemos algo de feminista, por supuesto. Agradezco al feminismo en la historia, porque por el feminismo podemos votar, participar en política y trabajar. Nosotros trabajamos para la inmensa mayoría de los chilenos y todos los movimientos, feministas, animalistas o ecologistas, son un aporte al país.