Luz Lancheros, @luxandlan
Y murieron otras dos colombianas en México, en un accidente de Ferrari. Al parecer, trabajaban como acompañantes y los medios mexicanos vuelven con el relato de siempre, uno de los que más les gusta: otras dos colombianas «prostitutas», murieron. Y de nosotras no tienen más qué contar.
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Y es que sí: viví casi tres años en México y el estigma es real. Aunque algunos mexicanos nos aprecian (tanto como nosotros a ellos) , el relato y el estereotipo generalizado en una cultura marcada por complejo de inferioridad y xenofobia, es que todo colombiano que viene a vivir a su país- sobre todo colombiana- es una delincuente y una prostituta. Y peor, cuando una colombiana muere, sea en un accidente o asesinada, ya es etiquetada, vil y ligeramente, por muchos medios mexicanos como tal. Y eso no es todo.
Comienza en el aeropuerto: los mexicanos tienen una puerta especial solo para los vuelos de Centro y Sur América. Si el vuelo viene directo de Colombia (obvio, no desconozco que Colombia sigue produciendo drogas, pero en eso los mexicanos están como nosotros hace veinticinco años), prepárense para sufrir las más insultantes vejaciones y humillaciones si son mujeres. Las guardias, tan resentidas como toscas, las van a manosear apenas salen del avión. A otras las van a mantener en el cuartito de inadmitidos y según la corrupción del guardia de migración en cuestión, o su abuso de poder, puede que las devuelvan sin motivo a Colombia o que ellos disfruten que uno les ruegue para entrar. Yo tuve una horrible experiencia en 2014, donde pasé un infierno de 34 horas. Luego de que pude entrar con los papeles en regla y a pesar de que era residente, siempre tuve que pasar por esa horrible habitación, donde el guardia mexicano cree que por tu pasaporte puede tratarte peor que la basura.*
Ahora, si logran pasar los filtros migratorios, prepárense: van a quitarles comida que traigan de Colombia, van a revolcarles todo e incluso van a mirar sus conversaciones de WhatsApp. Si logran pasar toda esa humillante experiencia, van a tener que acostumbrarse a que en ese país les hablen de narco (algo que hacen en otros países), pero lo peor: que piensen que ustedes son «fáciles» y que son prostitutas o más «ardientes». No importa su profesión: si ustedes son contadoras, no faltará, claro, el que les diga «malditas cocainómanas», que piense que «ya están disponibles» o que la autoridad quiera pasarse de lista con ustedes y amenace con deportarlas si no se dejan abusar. Uno como inmigrante colombiano en México es vulnerable ante la corrupción y estrechez de miras de un país que no ve que tiene problemas gravísimos con sus narcos, su institucionalidad y orden público.
Y que sobre todo, para ser tan abierto con sus inmigrantes, los trata peor que el mismo Donald Trump a ellos.
Putas colombianas
Hace dos años, en el barrio de mi oficina, la modelo caleña Stephanie Magón murió en circunstancias muy extrañas. Pronto, el relato fue el mismo que con otras colombianas asesinadas: que era prostituta, que estaba linkeada con narcos, que andaba «en malos pasos». Claro, es que toda mujer que vive de su imagen y que va a México de inmediato es una «prostituta» y va a venderse, solo porque trata de buscar mejores oportunidades. Si fuera por eso, ni Danna García hubiera sido respetada y exitosa en su trabajo, entre otras actrices colombianas.
Ahora, no niego que muchos de mis compatriotas van allá a delinquir y que otras mujeres encuentran en la prostitución su único medio de susbsistencia. Pero ahí entran muchas cosas en juego: ¿Por unos pagamos todos? Entonces, si eres una mujer que vive sola en México, ¿ya eres una puta, la lapidada pero a la vez tan deseada en una cultura tan doblemoralista como la latinoamericana y tan asquerosamente xenófoba y machista como la mexicana?
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Y en eso los medios mexicanos -muchos de ellos, mediocres a todo lo que da- ayudan a perpetuar el relato. Por ejemplo, cuando mataron a Mile Virginia Martín en 2015, en Narvarte, fue porque ella acompañaba a un reportero que se había atrevido a denunciar la corrupción en Veracruz. No era prostituta ni mucho menos, pero así apareció en los medios de ese país. Solo porque mostraba sus atributos y era sexy, entonces ya era «una puta».**
Entonces, si van a México como colombianas solas, prepárense. Hay experiencias y gente maravillosa, pero el problema estructural de sus relatos mediáticos y su cultura van a afectarlas en cualquier momento de su estancia allí. Algo que no es exclusivo de ese país, pero sí más endémico y sobre todo, donde se ve que los estigmas del «adorado Escobar» no son más que pose para muchos que ignoran lo que los colombianos cargamos gracias a él desde entonces.
*Acá pueden ver que no solo las mujeres colombianas sufren de malos tratos al entrar a México.
** Más sobre el caso de Mile Virginia Martín, colombiana asesinada en 2015.
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