Karla Souza, como muchas mujeres, denunció que fue víctima de abuso sexual.
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Su poder mediático y popularidad hicieron que de inmediato se convirtiera en tendencia en redes sociales.
Ante un relato en el que detalla cómo sucedieron las cosas y lo que tuvo que pasar, los señalamientos no se hicieron esperar.
¿Por qué hasta ahora? ¿Por que abrió un capítulo que parecía cerrado?
La respuesta no la tengo, pero deberíamos agradecerle a ella, y a las miles de mujeres que se atreven a denunciar, haber destapado la ‘cloaca’. Han alzado la voz ante una situación que es la realidad de muchas.
Razones para no revictimizar a Karla hay muchas. ¿Cuántas mujeres no han ido en busca de justicia y se han encontrado con señalamientos por parte de las autoridades?
¿Cuántas veces una mujer ha sido señalada por la forma en la que iba vestida al momento de la violación o el acoso sexual?
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Detengámonos un momento, pensemos en Mara Castilla, la joven asesinada en Puebla.
¿Recuerdas que hubo un ‘hashtag’ que decía #SiMeMatan? El feminicidio de Mara pasó a segundo término cuando una sociedad (machista) se preguntó qué hacía una ‘señorita de su casa’ a esas horas de la noche en un bar. Por ella, y por muchas jóvenes más, gracias, Karla.
¿Acaso hemos olvidado a todas esas mujeres que murieron a manos de sus parejas? A esas que viven todos los días violencia por parte de sus parejas. Y no, no son sólo golpes, también hay violencia económica y psicológica.
No lo digo yo, lo dice ONU Mujeres, 1 de cada 3 mujeres ha sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja.
En lugar de atacar a quien tuvo el valor, centrémonos en el problema, la violencia de género nos destruye, nos vulnera, ataca a tu mamá, hermana, hija, prima o novia.
No importa cuánto tiempo le tomó a Karla hablar de ese capítulo de su vida ; no te quedes callada, así haya pasado un día o un lustro, dejemos de aparentar que no está pasando nada.