Una docena de estudiantes de secundaria y maestros fueron asesinados el pasado miércoles 14 de febrero, durante un tiroteo en una escuela de Florida, incidente que se convertiría en uno de los tiroteos masivos más mortales en la historia de Estados Unidos.
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Alrededor de las 2:30 p.m., Nikolas Cruz, de 19 años ingresó a las instalaciones de la Marjory Stoneman Douglas High School en Parkland, Florida con un AR-15, un rifle semiautomático de uso militar, activó la alarma de incendios de la escuela para incitar el caos, y luego comenzó a disparar sin piedad contra todos.
Desde aquel día, miles de personas han llorado a los estudiantes que no merecían ser atacados en un «espacio seguro» como debería ser una escuela. Los habitantes del condado de Parkland convocaron a una marcha donde gritaron «¡No más armas!» y «¡Ya es suficiente!».
Entre lágrimas, Fred Guttenberg, cuya hija Jaime, de 14 años, fue asesinada, dijo a la multitud: «La envié a la escuela donde se suponía que estaría a salvo. Mi trabajo es proteger a mis hijos. Lo que es insondable es que Jaime recibió una bala y ahora está muerta».
Una de las voces más poderosas que surgieron después del tiroteo en la escuela de Florida fue la de Lori Alhadeff, cuya hija de 14 años Alyssa estaba entre las 17 víctimas que murieron en el ataque.
«¿Cómo permitimos que un pistolero ingrese a la escuela de nuestros hijos? ¿Cómo atraviesan la seguridad? ¿Qué seguridad hay?» Alhadeff gritó con desespero ante las cámaras del noticiero de CNN. «Un pistolero, un loco, entra directo a la escuela, derriba la puerta donde estaba mi hija y comienza a disparar hasta matarla».
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Mientras luchaba por contener las lágrimas, la mujer continuó dirigiéndose directamente al presidente Donald Trump y la necesidad del gobierno de tomar medidas.
«Presidente Trump, usted se pregunta ‘¿qué puede hacer?’ …¡Puedes evitar que las armas entren en las manos de estos niños!», dijo. «¡Puedes colocar detectores de metales en la entrada de cada escuela!. ¿Qué puedes hacer? Puedes hacer mucho. Esto no es justo para nuestra familia, nuestros hijos van a la escuela a que los maten».
Para evitar derrumbarse, Alhadeff respiró hondo y agregó: «Acabo de pasar las últimas dos horas organizando los servicios para el funeral de mi hija de 14 años». Ella entonces suplicó, «Presidente Trump, por favor haga algo. Haga algo. Acción. Lo necesitamos ahora. Estos niños necesitan seguridad ahora».
Lo que dijo esta madre en duelo es el mensaje más poderoso que todos deben escuchar. Se necesita acción, no que el hombre que está al mando de una nación se dedique únicamente a enviar condolencias y oraciones, al tiempo que se ha dedicado a esparcir odio y «justificar» a los que hacen el mal.
La respuesta de Trump tras el incidente ha sido muy criticada por compañeros y familiares de las víctimas. Una vez más, el mandatario volvió a hacer referencia a que se trata de un problema de salud mental más allá del fácil acceso que se tiene a armas en los Estados Unidos. Aún tras tantas tragedias que recientemente han azotado aquella nación, incluyendo el tiroteo en Las Vegas, en el club nocturno Pulse en Orlando y otra decena de masacres en escuelas, resulta increíble que exista quienes defienden el derecho constitucional de portarlas.