Con el feminicidio de la niña Michel Dayana González, se repite la historia de Yuliana Samboní, quien también murió en diciembre y dejó a un país devastado y roto de impotencia.
Nueva Mujer Colombia reproduce de nuevo la carta para concientizar sobre el feminicidio en Colombia, que según el Observatorio de Feminicidios, tiene una impunidad del 90%.
Carta a Yuliana Samboní seis años después de su feminicidio y cuando Colombia llora por Michel Dayana González
Y a pesar de nuestra rabia, de nuestra indignación, de nuestras condenas, todo sigue igual para nosotras, Yuliana. Ya han pasado seis años desde que te fuiste y a pesar de todos los homenajes, a pesar de todas las advertencias para que algo como lo que te pasó no se repitiera jamás, eso es imposible.
Acaba de pasar otra vez, con Michel Dayana. Otra vez.
En este país, donde te echan ácido por rechazar a alguien, donde te matan en tu lugar de trabajo por dejar de querer alguien y donde te atacan grotescamente por denunciar a quien te agrede, nada ha cambiado.
Cómo quisiera decirte que hubieras crecido en un lugar donde el amor de tus padres sería lo único que te sostendría, pero estaría mintiendo. Hubieras tenido que luchar, como muchas de nosotras, por un lugar, por algo de respeto, para mostrar valía en un país que desde que te fuiste, Yuliana, ha matado a centenas de mujeres, según Medicina Legal. Tan solo en 2023 fueron 410.
En un lugar donde ser pobre, donde no ser blanca, donde no ser rica y donde no lucir como mandan nuestras anacrónicas normas clasistas y racistas te hubiesen hecho blanco de burlas si hubieses sido atacada incluso por policías.
Un país donde no importa si eres estudiante o una ama de casa, cualquiera se hubiera podido obsesionar contigo y acabar con tu vida. En un país donde, si eres actriz porno, debes cargar con una letra escarlata según los paladines de la moral que se complacen contigo pero que también te condenan «por puta».
Yuliana, al crecer te habrían atacado por vestir como quisieras, por estar con quien quisieras, por hacer lo que quisieras. Incluso te habrían desgarrado por defenderte y denunciar al cerdo que te hubiera acosado sexualmente.
Te habrían atacado por redes sociales, lapidándote peor que a tu asesino y se habrían burlado de tí solo por lo que te pasó. Un martirio que hubieras sufrido con toda impunidad, porque los mismos que quieren que muera quien te mató son quizás aquellos que te hubieran dicho que eres una «nenita» por «revictimizarte» y que «eres demasiado fea» o demasiado «bonita» y que todo te lo merecías.
Querida Yuliana, te habrías dado cuenta de que en este país, por ser mujer, pierdes como sea. Tal vez, con tu talento y con un poco de suerte en esta sociedad de nula movilidad, habrías podido llegar a destacarte en un gran puesto. Y quizás allí, como a muchas mujeres, te hubiera tocado sufrir un jefe misógino que te hubiera hecho comentarios impropios o compañeros que te hubieran tratado solo como una cosa sin tu consentimiento.
En vano: también te atacarían y quizás hubieran archivado tu caso, como lo hacen con el 97% de ellos, según denunció la Corporación Sisma.
Porque la justicia no habría actuado en tu favor, no en la manera que lo necesitarías. Porque quizás como Claudia Giovanna, y Érika Aponte, cuya ex pareja la mató a la vista de todos en Unicentro, querida Yuliana, hubieras tenido el infortunio de ser la expareja de un desequilibrado que terminara acabando con tu vida en un centro comercial, a pesar de todos tus gritos de auxilio. Gritos que nadie escuchó a tiempo.
Cómo quisiera decirte que en esta sociedad de la que fuiste víctima por todo lo que te rodeaba, hubieras tenido mejor suerte. Cómo quisiera decirte que quizás tu no fueras como muchas niñas de tu barrio, que al crecer tendrán hijos a temprana edad en ambientes desprotegidos, que serán víctimas de sus parejas y que nadie vendrá en su ayuda.
Cómo quisiera decirte que todo eso no te pasaría, pero es imposible.
Querida Yuliana, nuestras lágrimas han sido en vano. Ahora eres un recuerdo doloroso, así como Michel Dayana, para muchos de nosotros. Uno que nos dice cuán terrible es el país en el que hubieras seguido viviendo solo por ser una niña. Solo por ser una mujer.