Yndira Sandoval Sánchez, una activista y defensora de los derechos de las mujeres, acaba de vivir una de las situaciones más terribles de su vida: fue violada por Claudia Juárez Gómez, una policía del municipio de Tlapa de Comonfort, en Guerrero, México.
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De acuerdo con el relato de Yndira al periódico La Jornada, todo sucedió el pasado 16 de septiembre. Ella estaba de visita en Tlapa para dar una conferencia sobre violencia de género en la Universidad Autónoma de Guerrero.
Dado que Yndira estaba lesionada, un clavo le rompió la camisa y lastimó una zona cercana a su seno, acudió junto con su compañero a la Clínica San Antonio para que la atendiera el médico. Después de curarla, el doctor le cobró 900 pesos (ante la insistencia de la activista para que redujera la cantidad original de $2 mil), pero debido a que no aceptaba tarjeta, Sandoval tuvo que dirigirse a un cajero.
Al salir de la Clínica, Yndira recordó que había olvidado su celular y regresó. Entonces se dio cuenta de que una camioneta con seis elementos de la policía municipal de Tlapa que intentaban detener a su compañero, debido a que supuestamente se habían negado a pagar la cuenta al médico.
«¿Por qué lo detienen? Soy defensora de derechos humanos, les dijo, y un agente le contestó: usted también está detenida. Fue entonces cuando exigió aplicar el protocolo para que en lugar de un hombre, la revisara una mujer policía [Claudia Juárez], que de mala gana le gritó: ¡Cállate, pendeja!, negándose a dar su nombre», se lee en el sitio web del diario.
Yndira continúa contando que la oficial la aventó al interior de la camioneta y que durante todo el trayecto hacia la comandancia municipal la torturó física y sicoemocionalmente. Al llegar al lugar, en una de las celdas ubicada en el pasillo, Claudia Juárez comenzó a violentar a Sandoval.
Con su brazo derecho me sometió hasta ponerme de rodillas, me tapó la boca y me empezó a tocar mis senos, hasta que llegó abajo, desabrochando mi pantalón e introduciendo su mano izquierda debajo de mi pantaleta tocando mi área vaginal, penetrándome violentamente con sus dedos. La violación duró unos cinco minutos, pero se me hizo eterno, y todo el tiempo estuvo diciéndome al oído: ‘te dije que te ibas a chingar, te dije que te callaras, pendeja'», indica Yndira.
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Después de la violación, tanto la oficial Claudia como otra policía que «vigilaba desde la puerta» se retiraron, dejando a Yndira tirada en el suelo de la celda sin poderse mover y aterrorizada.
Una viacrucis interminable
Después de haber sido violada, Yndira decidió denunciar los hechos, pero la situación no le fue sencilla, pese a tener experiencia ayudando a víctimas de violencia.
Sandoval afirma que le tomó un día lograr que la fiscal Osbelia Blanco Martínez tomara su denuncia y dos que le realizaran los debidos protocolos para recavar las pruebas de la violación. Así mismo, Yndira revela que cada una de las personas involucradas en el procedimiento (desde el médico que le revisó las heridas hasta la psicóloga que platicó con ella) la trataron mal e hicieron todo lo posible por intimidarla.
Entré en crisis, me aterraba el hecho de ir descubriendo el nivel de colusión y complicidad de las autoridades», declaró Sandoval al diario.
Aunque los protocolos fueron cumplidos gracias a los conocimientos de Yndira, ahora ella vive angustiada por las represalias: su casa fue allanada y la amenazaron de muerte. Esta situación la llevó a tener que conseguir la protección de escoltas.
Yndira no piensa rendirse en su lucha por obtener justicia, incluso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El hecho que me violara una mujer me confirma que nos está carcomiendo el propio sistema, que normaliza la violencia y nos quiere obligar a pensar que este es nuestro destino. Las instituciones están podridas. Quiero caminar sin miedo; el Estado me pudo haber quitado la seguridad, pero no me va a quitar ni la dignidad ni mi vocación de seguir defendiendo los derechos de las mujeres», indicó finalmente Sandoval.