El síndrome del impostor no es una enfermedad mental ni nada por el estilo. Más bien, es una especie de fenómeno psicológico donde las personas no son capaces de internalizar sus logros.
En general, las personas que lo padecen creen que sus logros han sido por mera suerte, casualidad, pero nunca por sus propios méritos: están convencidos de que son un fraude y que aún nadie consigue darse cuenta.
Así fue como, navegando y navegando por internet, me di cuenta de que esto existía y que probablemente era la respuesta de muchos de mis complejos personales. Crecí en una familia donde siempre me convencieron de que era capaz de todo, pero al mismo tiempo, me exigían más porque mis logros eran menos de lo que era capaz. Así fui quedando cada vez más disconforme de mis logros, pensando que debí “haber hecho más” o que simplemente un pequeño golpe de suerte me hizo llegar alto.
Hablándolo con muchas amigas y conocidas, el patrón se repetía. Esto también se explica porque la mayoría de quienes lo sufren son mujeres, en especial del área científica, como las astrónomas de Star Tres: “Las mujeres tienen la tendencia a atribuir su éxito a causas temporales, como suerte o esfuerzo. Por el contrario, los hombres tienden a atribuir su éxito a un factor interno y estable: su habilidad”, dice el texto, que incluye estudios científicos y estadísticas reunidas por ellas. Incluso, estas chicas hablan de cómo al ganarse una beca se cuestionaron si se lo merecían.
¿Cómo mirar mis logros sin pensar en que simplemente tuve suerte? Es difícil pensarlo y superarlo, no es algo que cambie de un día para otro.
En primer lugar, miré a mi alrededor ¿Hay más gente que haga lo que yo hago, de la forma en que lo hago? ¿Hay alguien mejor que yo para hacer algo que ama? ¿Si no soy yo, quién, si no es ahora, cuándo?
Empecé a atreverme a hacer cosas que me gustaban, a conocer gente, a lograr más y a felicitarme por las cosas en vez de tratarme mal. Lo que era cierto es que si estoy donde estoy es por un motivo, que no es precisamente suerte, y en caso de serlo, ya estoy aquí y tengo que hacer lo que mejor sé hacer.
Debo continuar sin sentirme insegura, sin pensar que descubrirán que soy un fraude: lo que hay es lo que ves, no hay ninguna verdad oculta.
Si hay hombres haciendo cosas y creyendo en sus capacidades e incluso algunos que ni siquiera sé cómo llegaron a lograr sus objetivos con creces ¿Por qué yo solo tendría suerte? ¿Qué me hace menos o diferente a ellos? Absolutamente nada.
Dejé de comparar mis logros con los de otros, porque soy única y no puedo reemplazar el lugar de los demás. Mi camino lo construyo yo y no tiene sentido compararse.
Si te sientes mal, date valor, aunque estés fingiendo dártelo: en algún momento se hará verdad, convéncete de que no eres un fraude, y que muchos estamos igual de inseguros que tú. Cuando tengas dudas, céntrate en darte refuerzos positivos. Al menos a mí me ha funcionado.
Puedes averiguar más sobre el síndrome del impostor o cómo superarlo en estas charlas TED.