Cada libro nos deja un tesoro, una enseñanza o una emoción que siempre traemos a la memoria cuando pasamos por malos momentos o cuando sentimos una alegría desbordante.
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Los asiduos lectores siempre recuerdan algún cuento o novela que los ha marcado por estas sensaciones, y quizás, uno de los más nombrados ha sido El Principito, una obra escrita para los niños pero que traspasa generaciones.
Su autor, Antoine de Saint-Exupéry, plasmó en su obra parte de sus vivencias y las convirtió en enseñanzas sin tiempo ni lugar. Como aviador, tuvo la oportunidad de viajar por todo el mundo, en ocasiones por placer y otras obligado por las guerras.
A partir de esta dualidad descubrió que cada ser humano, sin importar religión o color de piel, escondía bajo sus ropas e ideologías un tesoro único en el universo: el poder del amor y el valor de lo simple de la vida.
Te invitamos a conocer y reflexionar a través de estas frases de su obra maestra y que te pueden ayudar a ser un mejor ser humano:
Lo esencial es invisible para los ojos
Es quizás la frase que inmediatamente asociamos a la historia del pequeño príncipe que venía de otro planeta.
En esta frase sintetiza lo más básico de la vida, en donde lo importante no viene de las cosas superficiales o banales, sino de lo que no se puede tocar, como por ejemplo, la generosidad y la bondad.
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Valorar la simplicidad de las cosas
Antes de ser adultos, fuimos inocentes niños que no buscamos las cosas materiales para ser felices. Disfrutábamos jugando con otros niños, nos producía una alegría infinita el sólo hecho de bañarnos en el mar, observábamos a los animales y los acariciábamos o nos producía un placer infinito ver una amanecer o una puesta de sol.
La invitación es volver a ser y recordar aquellas cosas que nos hicieron felices ¡Y que son gratis!
Uno siempre es responsable de lo que cuida
“Yo no te necesito, tú tampoco tienes la necesidad de mí, pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo”, le dijo el Principito a su amigo el zorro.
Una enseñanza que es aplicable a toda relación que establecemos con los demás.
Conócete a ti mismo para saber hasta dónde puedes llegar
Conocerse es un acto de valentía, ya que no siempre reflexionamos de nuestro actuar o hacemos una autocrítica. “Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un sabio”.
Valora el amor de los demás como tu vida misma
Aquella frase que dice que uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde, también se aplica en esta obra. Cuando estaba el Principito muy lejos, recuerda aquella flor que abandonó en su planeta y se lamenta por ello.
“Debí haberla juzgado por sus actos y no por sus palabras, me perfumaba, me iluminaba. Debí haberla adivinado de su ternura, detrás de sus pobres astucias. ¡Las flores son tan contradictorias! Pero yo era demasiado joven para saber amarla”.
Amor no es mirarse el uno al otro, sino mirar los dos en la misma dirección
El amor no es un acto individual, no significa tampoco admirar y apreciar al otro como si fuera un objeto o un trofeo.
Amar es construir, es compañerismo puro, es encontrar a alguien para hacer un equipo y resistir las dificultades, sin dejar de tener en común la misma meta.
El dinero te ciega de la belleza
El dinero corrompe, te aleja de la realidad y no te deja disfrutar de la vida, por lo que es fácil alejarse de los seres que te aman y de lo “esencial” de este mundo. Así lo plasma el Principito:
“Conozco un planeta en el que vive un señor muy colorado. Nunca ha olido una flor. Nunca ha contemplado una estrella. Nunca ha amado a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que sumas. Se pasa el día diciendo: ‘Soy un hombre serio, soy un hombre serio’, lo que le hace hincharse de orgullo. ¡Pero eso no es un hombre, es un hongo!”.
No valores a la gente por lo que tiene, sino por lo que es
Muchas veces nos dejamos llevar por lo que tiene el otro y nunca nos detenemos a preguntar sobre lo que piensa, lo que más le gusta hacer, sus hobbies, entre otros.
“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan lo esencial del mismo. Nunca preguntan: ‘¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas? Pero en cambio preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre? Solamente con esos detalles creen conocerte”.
Lo más brillante de la vida no se compra con dinero
Las personas suelen trabajar arduamente sólo para obtener cosas que, en definitiva, no tienen importancia o sólo sirven para tener más objetos. Así lo destaca la obra cuando el Principito, quien le pregunta qué hace con las estrellas que él posee:
Nada, sólo las poseo
– Y ¿para qué te sirve poseer las estrellas?
Me sirve para ser mas rico. Para comprar más estrellas si alguien las encuentra.
– Pero, ¿cómo se pueden poseer las estrellas?
Todas nuestras acciones tienen consecuencias
Es una frase que siempre oímos cuando éramos niños pero que recién cobra sentido cuando nos hacemos adultos. La invitación es dejar el pasado atrás y enfrentar nuestro presente de la mejor manera que se nos pueda ocurrir:
“Nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte, no se sabe dónde, un cordero que no conocemos ha comido, o no, a una rosa”.