El feminismo es un tema mainstream. Aunque este movimiento que busca reivindicar los derechos de la mujer comenzó mucho antes de que Emma Watson o Malala Yousafzai hablaran de ello, y fue mucho más duro en décadas pasadas, todos hablan de feminismo.
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Es algo muy bueno, jamás diremos lo contrario. El problema, es que hay millones de mujeres en el mundo que comparten estos mismos ideales, pero que no se sienten representadas por el “feminismo mainstream” que mencionamos en el párrafo anterior.
De ahí nace el término “misogynoir”, un concepto compuesto por misogyny (en español, misoginia) y noir, la palabra francesa que se refiere a las personas de raza negra. Misogynoir se refiere a la misoginia exacerbada por el racismo; mujeres negras que se sienten totalmente vulneradas por su color de piel y por tener una vagina.
El concepto, mencionado por primera vez por Moya Bailey, busca poner nombre a esos problemas que los principales movimientos feministas mundiales suelen dejar en segundo plano. Esta activista ha sacado la voz por todas las mujeres negras que se sienten ignoradas por el feminismo contemporáneo y su influencia ha sido clave.
Como cuenta la escritora Kesiena Boom en una columna publicada en el portal de Everyday Feminism, las feministas negras están cansadas de tener que luchar de forma paralela con todos esos estereotipos arbitrarios, conceptos que, según ellas, no afectan a las feministas blancas.
La idea de que las mujeres negras que expresan su opinión son “salvajes”, “feroces” o agresivas. La hipersexualización de su cuerpo o anatomía, como la antítesis de la pureza que las mujeres blancas sí pueden alcanzar.
La falta de “voces” impide que el problema se visibilice como debería. Moya Bailey habla de la presencia de esta misoginia racista en varios aspectos: en la música, en las instancias de representación, en la narrativa que existe en torno a la mujer negra, en la industria del cine y la televisión, entre muchas otras.
El feminismo tiene muchos eslabones y no podemos ignorar ninguno de ellos si queremos que todas las mujeres se sientan representadas. No se trata de imponer puntos de vista, sino que de incluir, conciliar y reunir para un objetivo en común.