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¿Estamos preparados para la felicidad?

No dudes, es ahí donde debes estar. No te muevas, sólo abre tus brazos y déjate llevar.

Yo soy de las que prefieren caminar que otra cosa. Eso o la bicicleta me han regalado momentos únicos. Como cuando vas caminando delante de un par de amigas y escuchas su plática durante dos o tres cuadras hasta que una le dice a la otra “…es de esas veces que eres tan feliz que sientes que algo malo va a pasar…”. Luego entonces, heme aquí con el tema de mi columna hoy.

¿Qué tan preparados estamos para la felicidad? Estoy de acuerdo en que no es como una especie de carrera universitaria para la que tengas que cursar módulos y esas cosas, pero cuando escuché a esta mujer no pude evitar pensar en que a varios nos pasa; nos da una especie rara de pánico cuando somos demasiado felices.

Fíjate, pasamos toda nuestra vida haciendo de todo para ser felices como si fuera un maratón de “a ver quién puede hacerlo más fácil”, y en el inter pasan mil cosas que tenemos que esquivar como los miedos, las dudas, las frustraciones y el fracaso. Nos preocupa tanto regarla que te puedo jurar que ya te perdiste 100 momentos felices, pero ni te diste cuenta por querer ganarle la batalla a esas cosas.

Es verdad, querida amiga desconocida que me inspiró a escribir esto, a mí también me ha entrado la paranoia. No puedo evitar reírme de lo absurdo que es creer eso, es como decir “no quiero ser feliz porque seguro me pasa algo malo”, ¿y entonces qué?

La felicidad no es un producto del que te tengan que dar garantía. Nadie te puede asegurar que si eres feliz ahora, lo serás en 5 minutos, en 3 días o en meses, o en años. Quién sabe. Lo que sí es cierto, es que así como hay personas a las que les sale re-bien estar tristes, las hay expertas en ser felices. A esas son las personas a las que hay que pegársele y contagiarnos de su arrojo y descaro para andar sonriendo en la primera oportunidad.

Si bien no es que se estudie para ser feliz, es un hecho que debemos estar preparados para aceptar y recibir esos momentos fugaces o perecederos de la mejor manera posible.

Si en algún punto de tu vida has sido demasiado feliz al grado de preguntarte si estará todo bien, sacude tu cabeza en este momento y agradece que eres de las pocas personas que han encontrado el punto de equilibrio.

No dudes, es ahí donde debes estar. No te muevas, sólo abre tus brazos y déjate llevar.

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