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Querida hermana menor

Una carta abierta a las personitas que han puesto a prueba nuestra existencia.

Hemos visto la vida con diferentes ojos y desde el mismo lugar, y me sigo preguntando cómo es que siendo tan pequeña me has enseñado tanto.

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Dicen que las hermanas son las amigas de las que nunca podrás separarte, tú no las eliges, sólo se te dan como un regalo. Pero he de decirte que a pesar de eso yo te elijo todos los días y con el mismo amor con el que te esperé desde que me enteré de tu existencia.

Ser tu antecesora no ha sido nada fácil. Quisiera cambiar los papeles y evitar todas las cosas que te dolerán y en las que no podré acompañarte.

Tenerte en mi vida ha sido el mejor recordatorio de inocencia y fragilidad. Te veo y admiro lo que haces y cómo resuelves las cosas con carácter. Y no puedo creer que siendo tan pequeña enfrentes la vida con más valor que yo.

Se supone que una de mis misiones es enseñarte maravillas. Se supone que contigo debo ser franca y hablarte de todo sin pena ni tapujos. Pero a veces no sé cómo decirte que me he equivocado, como cuando te he dicho que “eso no se hace” o que eres una rebelde sin remedio. Porque ser así como eres y hacer lo que haces, está bien y nunca debes sentirte mal por ello.

No sabes lo mucho que agradezco saber que eres parte de mí, que me llevas contigo para siempre, que soy tu sangre y tu familia. Me impacta que siendo tan pequeña lo entiendas, te sientas orgullosa y no te lo cuestiones nunca.

Sé que muchas veces me escuchaste decir que “no” a todo, pero también sé que mientras vas creciendo entiendes y reconoces que de alguna manera tuve razón.

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Nada me hace más feliz que escuchar cómo hablas de tus sueños y la risa que me dan algunas de tus preguntas. No puedo creer que siendo tan pequeña asimiles al mundo a tu manera y que cuando no lo entiendes o te hace daño, le sigas dando oportunidades.

Quisiera ver el amor como tú; admirarlo y atesorarlo tanto como lo haces.

Conozco y repaso de vez en cuando tus miedos cuidando que no les des tanta importancia como lo hago.

Sé lo curiosa que eres y que todo te urge: saber, conocer y crecer. Y no puedo creer que siendo tan pequeña disfrutes tanto la vida y te des el tiempo necesario para tomar de ella lo mejor.

Hermana, amo la forma en la que amas y lo demuestras, la manera en la que te solidarizas con la gente y lloras, y sufres cuando otros sufren. Dentro de todo lo que deseo para ti, pido que nunca pierdas el asombro ni la fe en las personas. Que nunca te pierdas a ti misma.

Deseo que sigas tan llena de luz y nunca te apagues, que no dejes que nadie te diga que te equivocas cuando la respuesta te la está dando tu corazón, que nunca dudes en defender lo que te hace feliz y te mantiene viva.

Mi misión es cuidarte y acepto esa encomienda mientras así lo quieras. No pierdas el gusto por la libertad ni por saber más de todo, para que sigas explicándome todas esas cosas que no entiendo a mi edad.

Canta, abrázate, ama y ríe hasta que te duela porque no hay nada de lo que debas rendirte ahora. Todo te ha sido dado, y si en algún momento sientes que algo te falta, agradece tu juventud. Y si en algún momento te da miedo el futuro, espero que me veas un poco adelante, solo unos cuantos pasos, y te enorgullezca lo que hay, que sonrías y quieras más.

Encuentra todos los días un motivo para acercarte a tus sueños, y de vez en cuando acuérdate del inmenso e infinito amor de tu familia para que sea tu fuerza.

Nunca tengas miedo de dar un paso, nunca dudes de lo que te espera más adelante. Yo ya estoy ahí, y créeme, es maravilloso.

Con amor,

Tu hermana mayor.

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