Sé lo que se siente perderle el gusto a las cosas. Todos nacemos soportados por una luz enorme, la misma que pasamos toda la vida buscando mientras no nos damos cuenta que siempre ha estado con nosotros. Nuestra inquietud acaparadora va haciendo que poco a poco esa brillante luz se convierta en una chispa, en la última oportunidad, en la última esperanza.
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Sé lo que es ver a través del cristal opaco de la indiferencia y la amargura. Todos los días me topo con alguien a quien mi sonrisa ya no encanta, la música ya no mueve y las emociones le chocan como a una piedra olvidada y seca.
Diario camino junto a un montón de gente que tiene la mirada triste, cuyo universo divaga en la oscuridad, sin rumbo, sin fe y sin ganas. Me gusta imaginar que hay algo rescatable, y veces pienso en ayudarles a encontrarse, pero luego soy yo a quien se le nubla el mundo.
Hay que saber distinguir que, en donde hay una sombra alguna vez hubo luz. Lo único que la hace volver es pegarse a ella. Si dejáramos de cerrarle puertas a todo lo que se ha apagado, tendríamos una habitación iluminada.
Caminar de la mano de un alma apagada no es fácil. Pero entonces significa que seguimos creyendo en los milagros. En cada uno de nosotros todavía hay una chispita, esperando serena por un poco de magia. La magia del tiempo bien vivido.
Sé lo que es coincidir con la tristeza ajena y el propio miedo. Sé lo que es dedicarle todas tus sonrisas a alguien que sólo te responde con una palabra al aire. Pero al final, lo bonito es entender que tu chispa se alimenta de la valentía con la que entras a los espacios oscuros.
Cuando dejas de brillar, tu vida se reduce al vacío, pero lo más grave es que empiezas a perder la fe y dejas de creer en lo posible. Te vuelves un recuerdo que se deja llevar por el aire.
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Rescata de todas las cosas y las personas, solo aquello que te mantenga iluminado, y deja en ellos la chispa que los haga despertar y volver a emocionarse.
Ojalá el mérito de encendernos fuera más sencillo y prometedor, entender que lo que nos hace brillar es dejar de buscar la luz y empezar a convertirnos en ella.