Todo el asunto de la madurez era demasiado ambiguo hasta que leí la definición de la RAE (Real Academia de la Lengua Española):
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Edad de un individuo que disfruta de sus capacidades y que todavía no ha alcanzado la ancianidad.
No es algo que tenga que ver tanto con la edad, sino con la experiencia en el manejo de nuestra propia vida.
La madurez emocional o psicológica es un atributo que llega en el momento en que una persona puede ser responsable de sí misma y de su entorno. La responsabilidad es el eje central de una persona madura. Muchas veces, ser madura o no, se ha asociado con la perfección, y más que perfecta, consta de ser asertiva, prudente y responsable.
Hay actitudes y reacciones muy claras, cuyas diferencias son cuestión de madurez:
- No reprimes lo que sientes. Muy distinto a pensar que debes aguantar todo sin manifestarte molesta, triste o feliz. Una persona madura modula sus emociones sin llevarlas al extremo. Las enfrenta con quien corresponde en el momento adecuado.
- Asumes las consecuencias de tus actos. Eres una persona normal, con vacíos, fracasos y decepciones. Sin embargo, no andas acusando a todos por la desdicha de tu vda. Por otro lado, reconoces tu responsabilidad en cada decisión.
- No guardas resentimientos, sino que aceptas que las discusiones y desacuerdos existen. La diferencia es que lo resuelves y dejas ir.
- Conoces tus puntos débiles y tus fortalezas tan bien que no exiges lo que no eres capaz de retribuir. De alguna manera, eso te mantiene relajada y en armonía con lo que pasa alrededor.
- Aceptas que no todo lo puedes solucionar y eso no te genera estrés.
- Eres una persona que aprende de sus errores y no te frustras con facilidad cuando pierdes.
- Eres consciente de que tu energía te conduce. Por lo tanto, la utilizas asertivamente y la reservas para las cosas positivas.
- Te caes bien y entonces puedes pasar tiempo sola sin desesperarte. Tienes la capacidad de separarte del mundo a ratos sin pelearte con él.
- No necesitas quedar bien ni impresionar a nadie complaciendo a las personas. Solo aceptas hacer las cosas cuando hay un motivo sincero y de aprendizaje.
- Entiendes que, ni todo es tan lindo ni todo es tan malo.
Este último punto me encanta porque aclara, entre muchas cosas, que la madurez no se trata de ver las cosas con extremo optimismo, ni creer que todo es hermoso. El equiibrio en la vida personal, la prudencia y la vida sin represiones pero con responsabilidades es cuestión de madurez.