El escenario es el siguiente: primera cita con el chico que por fin te invitó a salir y del que no conoces mucho. Todo fluye perfecto; ya acordaron el lugar del encuentro, tuvieron un diálogo común “¿Cómo estás? ¿Qué tal todo?”, y de pronto el inevitable “háblame de ti” o “cuéntame sobre ti”.
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En ese momento sabemos que nos estamos jugando el futuro de la relación y que todo depende del tipo de respuesta que demos.
Escenario dos: llegas a una entrevista de trabajo. El entrevistador se presenta y te hace las preguntas normales “¿Qué estudiaste? ¿Cuál es tu experiencia?”, y una vez que se siente en confianza, ¡pum!, lanza el “háblame de ti”.
Hay una serie de cosas alrededor de este conflicto. No es que no sepamos quiénes somos, sino que no estamos habituados a ser nosotros quienes tengamos la respuesta. Este tipo de cosas solemos dejarlas a la familia, amigos, jefes o cualquier tercero. Nunca nosotros.
Vale la pena entender primero, ¿por qué nos hacen esa pregunta? Escuchaba en un programa de radio el otro día, que hay dos razones fundamentales y que aplican muy bien en cualquiera de los dos escenarios:
- Saber si te conoces a ti mismo.
- Conocer qué tan hábil eres para comunicarte.
Con justa razón, las personas titubeamos cuando nos piden que les hablemos de nosotros, ya que sabemos perfectamente que de alguna manera nos están poniendo a prueba. Si en este momento te pidieran que hablaras de ti, seguramente tu respuesta tendría mucho que ver con lo que has hecho, en lo que has destacado, lo que te ha funcionado en la vida y, aunque sin llegar a presumir, obvio resaltas tus atributos. Lo cual no tiene nada de malo.
Sin embargo, a continuación te comparto algunas ideas para dar la mejor respuesta y evitar caer en el guión de novela o discurso político:
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- “Las tres palabras que mejor me definen son…”: con esto simplificas, evitas darle vueltas a las cosas y marear al otro con toda la historia sobre lo increíble que es ser tú. A partir de esas 3 palabras, entonces puedes ir describiendo un poco más. Pero ser breve es parte del éxito.
- “Una frase que me define es…”: según este experto en el tema que escuché en la radio, es muy recomendable elegir una frase que coincida con tu filosofía de vida. Por ejemplo, “nada que valga la pena, ha sido fácil” o algo así.
- Es importante saber que lo que haces no es todo lo que te define. Es decir, a veces se vale algo de “tengo un diplomado en” o “hace algunos años gané el concurso tal”. Es relevante, pero al final los hechos no son tu esencia, sino la forma en la que desarrollas y logras las cosas.
- El cómo te perciben los demás, también importa. Cuando tienes que describirte, el ego es el primero en la fila. Lo mejor es recordar lo que otras personas perciben de ti utilizando la frase “las personas cercanas a mi te dirían que soy…”
- Habla de lo que te apasiona, pero ojo, en este punto es importante ser claro y congruente. No se valen ambigüedades como “me encantan los retos” o “me apasiona estar con la gente” porque entonces serías feliz en el metro un lunes a las 2 de la tarde.
- Con congruencia quiero decir que si estás destacando que lo que más te apasiona en la vida es escribir, entonces no deberías estar aplicando para un puesto comercial, por ejemplo. O si tu motivación principal es casarte y tener hijos, no deberías estar al lado de un alma libre.
Si bien hablar de uno mismo no es nada fácil, la mejor manera de hacerlo es poniendo por delante la honestidad, la claridad siendo breve y congruente. No está de más que hiciéramos el ejercicio de identificar nuestras características particulares para tenerlas dominadas en cuanto se presente la oportunidad.