¿Cuántas veces escuchamos la frase “es lo que hay”? Vivimos a mil por hora siempre pensando en lo que no alcanzamos hacer y lo que viene mañana, se podría decir que estamos conectados al piloto automático las 24 horas del día.
En este punto me quiero detener. ¿En qué lugar de todas estas tareas que nos vamos poniendo nosotras mismas, queda nuestra sexualidad?
La sexualidad es lo más bello y placentero que tenemos, y sin embargo la hemos postergado: cuando pensamos en ella sentimos que es una gran tarea que tenemos que hacer casi con lata. Volvamos a al punto cero.
Mi sexualidad es única e irremplazable, por lo tanto depende sólo de mí hacer de ésta algo entretenido, diferente, seductor y, lo más importante, aceptarla y trabajarla. No mirar estadísticas, ni escuchar a mi amiga o compañera de trabajo: su cantidad, calidad y metas.
Esto sólo nos hace bajar nuestra autoestima y pensar que siempre el de al lado tiene o le funciona mejor que a mí, lo cual es falso. Tenemos la suerte de que nuestra sexualidad es propia y por lo tanto podemos manejarla a nuestro ritmo, a nuestros tiempos, y disfrutar de ella sin la necesidad de competir con nadie.
Tengo que descubrirme, saber lo que me gusta, aprender a tocarme, mirarme, conocerme y lo más importante, aceptarme. Ya que de esta manera lograré salir con otra actitud, dejando de recurrir al “bueno, es lo que hay”. Todos los días mi sexualidad me entrega la oportunidad de saber que siempre hay algo más que hacer o descubrir y ésta es la parte más entretenida.
Quizás seguiremos haciendo mil cosas en el día, pero dentro de nuestra mente, nuestra sexualidad merece un lugar importante. No la dejemos olvidada, sino todo lo contrario: vale la pena evitar el conformismo del “es lo que hay”. Pensemos mejor: “es lo que soy y lo que tengo“.
Mujeres, disfrutemos de una de las maravillas que esta vida nos da día a día: la sexualidad. Y mientras sea así, lograremos ser más felices y mujeres bellas y placenteras. Un abrazo a todas.