El mes de octubre es uno de sensibilización al cáncer de mama, el más común en las mujeres. Es sobre todo, para darnos cuenta que es algo que le puede ocurrir a cualquier mujer, y que es muy tratable si se detecta a tiempo. Y precisamente en este mes es cuando más encontramos información sobre, cómo detectarlo, vaya, incluso algunas formas de prevenirlo.
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Y claro, no falla que muchas marcas se suman a la causa: el color rosa, o el listón distintivo están por todos lados: cereales, utensilios de cocina, pañuelos desechables, shampoo, cremas para manos, etc.
La verdad es que ha crecido como estrategia de marketing en los últimos años. Como consumidor, uno piensa:
Si de todas maneras voy a comprar un producto, mejor llevo el que ayuda a una buena causa.
Pero aquí es donde como consumidores tenemos que ponernos atentos. No todos los productos que tienen un toque de rosa durante el mes de octubre apoyan económicamente a la causa. Es más, no todas la hacen de la misma manera, como bien explica María José Evia en Expok:
así como no todo lo que es verde es sustentable, no todo lo rosa es responsable. Algunas empresas no respaldan sus coloridos productos con iniciativas reales de ayuda, o simplemente no comunican de qué forma apoyarán la investigación o el tratamiento contra el cáncer y esto es lo que llamamos pinkwashing
Este fenómeno se conoce como Pinkwashing (lavar en rosa), y el proyecto Think before you pink (piensa antes de comprar algo rosa), de Breast Cancer action, nos dice que hay cuatro preguntas clave antes de comprar productos rosas:
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1. ¿Cuánto dinero se donará a la causa?
Aunque un producto tenga un empaque color rosa, no significa que donará una parte de su costo a la causa. Puede hacerlo sólo por solidaridad. También puede darse el caso de que pretendan hacer una donación fija. Es decir, no importa que el producto se venda más, la donación no aumentará más allá de la cantidad establecida. Es más seguro comprar marcas que aclaran (en su empaque o en redes sociales) cómo y cuánto se donará (un porcentaje, una cantidad fija, a la investigación, al tratamiento… etc.)
Si las marcas no nos dan esa información, es mejor hacer una donación personalmente al área que mejor nos parezca.
2.¿Qué organización se quedará con el dinero?
De las varios grupos que se encargan de esta labor, algunos se enfocan más a la investigación, otras al tratamiento, o al apoyo de las sobrevivientes y también las hay las que tratan de combatir el cáncer en todos los frentes. Si este punto está aclarado, siempre podemos investigar a qué se dedica la misma. Si estamos de acuerdo, entonces compramos el producto. Recuerda que como consumidor, tu tienes la última palabra.
Algunas organizaciones incluso aclaran qué marcas harán donaciones y puedes revisar la lista en sus páginas web.
3.¿Hay un límite de donaciones?
Aunque algunas marcas sí donan una parte de sus ganancias, sin embargo ponen un límite al dinero que donarán, sin importar si se venden muchos más productos.
4. ¿Contiene el producto ingredientes que hayan sido ligados al riesgo de padecer cáncer?
Parece el colmo del cinismo, pero sucede. No apoyes productos cuyos ingredientes estén ligados al cáncer de mama, menos si su empaque es rosa. Golpea donde más les duele: sus ganancias.
Aunque ser consumidor responsable es más trabajo, tiene un gran impacto.