Acabo de leer un artículo que habla sobre el papel que juega el término “compromiso” en nuestros días, mismo que podemos aplicar en muchos sentidos; tanto profesionalmente, como en el área personal.
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Resulta que cada vez conozco a más personas con este asunto, incluso yo me he descubierto en situaciones en las que prefiero mantenerme al margen que involucrarme, muchas veces lo vi como un pretexto, pero hoy entiendo que es una decisión. Mientras más experiencias vivimos, nos volvemos más resistentes ante ciertas cosas, pero es aquí en donde el otro lado de la moneda se hace presente. Si bien desarrollamos nuestras antenas, también desarrollamos miedos, inseguridades y zonas de confort de las que —muy difícilmente— alguien nos podrá sacar.
En este caso quiero referirme exclusivamente al sentido emocional de la palabra. Es un tema bastante amplio y moderno, pero me encantó cómo lo expusieron en este artículo y así me gustaría transmitirlo a ustedes. Si alguna vez te viste orillada a finiquitar alguna relación por este tema, amiga, fue lo mejor que pudiste hacer y —en serio— espero que después de leer esto, te sientas muy orgullosa de ya no estar ahí.
Tergiversando la palabra
Empiezo por aclarar todas las interpretaciones erróneas que hoy en día se le asignan al “compromiso”. Para empezar, y no me lo nieguen, la asumimos como un deber y ahí está la cosa, porque no podemos imponer la voluntad de nadie. La persona que esté con nosotros debe desear estar, no sentirse obligado. Sin embargo, es importante que independientemente de ello, nos sintamos con la libertad de exponerle a nuestra pareja las necesidades que tenemos: apoyo emocional, compañía, muestras de afecto, y en su caso, apoyo económico cuando la relación esté ya avanzada.
Compromiso no es asegurar, es definir un camino con seguridad y amor, no bajo los miedos de nadie. Si tu pareja no está en el mismo canal que tú, su relación estará llena de altibajos y a la primera amenaza uno de los dos saldrá corriendo.
No quiere un compromiso y no pasa nada
…y entonces ¿por qué sentiste todo lo contrario al principio? Aprender a detectar a las personas con este patrón es muy complicado, sobre todo porque en la etapa de la conquista se dan, así, totales. Pero eventualmente habrá un detonador que active el temor. Según el artículo, esto sucede cuando la persona siente que, al dar un paso, va a sufrir un cambio fuerte en su vida que ya ha experimentado antes y no le fue nada bien, o que va a amenazar su zona de confort (intimidad, tiempo libre, amistades, etc.) y esto no la dejará seguir avanzando. Lo peor, llega así de pronto, crean confusiones que ni ellas mismas entienden; lo mejor, hay un perfil y lo puedes descubrir.
El perfil del miedo
Al ser un tema tan recurrente, ya hay estudios psicológicos que determinan los perfiles de las personas que desarrollan este patrón. Generalmente, suelen ser muy controladoras, obvio, ya que si algo se les sale de las manos sufren y no les gusta. A veces son personas que no cierran ciclos y viven en el pasado, por lo tanto suelen conservar recuerdos de sus relaciones anteriores y tienen tanto miedo de que se repitan, que se la pasan hablando de ellas: que si le gustaba la fiesta, tomaba mucho, era infiel, indiferente, frío, etc. No sé ustedes, pero que los exnovios/as salgan al tema me causa mucho rechazo (¡iagh!).
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Otra cosa, resulta que el compromiso tiene que ver mucho con la autenticidad de la persona, la autoestima y su percepción de la realidad. Según uno de los psicólogos que menciona el artículo, en la actualidad la adolescencia comienza a los 9 y termina a los 35 años (¡¿Qué?!). La explicación es justamente la falta de capacidad de adaptación a las circunstancias, yo diría más bien, ‘la búsqueda de las cosas simples y falsas realidades’.
¿Qué hacer?
El miedo al compromiso no es agradable cuando tu deseas todo lo contrario. Esta es la parte del artículo que me dejó reflexionando: en realidad no pasa nada con no querer comprometerse mientras ese miedo no afecte a terceras personas. Cuando alguien toma la decisión de no querer un compromiso debe ser igualmente selectiva que la persona que lo desea. Esto quiere decir que si tienes claro que tu pareja no es de las que se comprometen, entonces la responsabilidad de salir de esa relación es tuya. Y por otro lado, si eres de las personas que no se comprometen, no pretendas estar con alguien que te ofrezca seguridad, cariño y ganas de crecer.
Para concluir, pienso que todo esto del miedo al compromiso no es más la falta de control sobre nuestras emociones, no conectamos con nuestra realidad, huimos de ella y eso complica las relaciones y los afectos. Hacer conciencia de lo que somos, lo que nos gusta y no y transmitirlo es parte de un crecimiento emocional. Aislar el sentimiento del pensamiento para no salir heridos es dejar de disfrutar y vivir plenamente. Por eso mi voto siempre es a favor de los que se atreven, los que vencen el miedo y se entregan. ¡Bien por todos ellos!
Gracias por ser, estar y compartir.