Teclea nomofobia en Google y te encontrarás con sentencias alarmantes: “el mal del siglo XXI”, “un trastorno relacionado con problemas de autoestima”, “el adicto sufre este padecimiento sin darse cuenta”, etc. Exageraciones y aspavientos aparte, la palabra nomofobia se lee cada vez más en la red y se refiere al apego de algunos por el smartphone, el móvil, el celular.
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La palabra viene de inglés: nomophobia (la fusión del adverbio no, más el acortamiento mo, de mobile phone, más el sustantivo phobia). En español, el término se adapta con los mismos elementos, pero con f.
Este “trastorno” tiene que ver con la incomunicación más que con el artefacto: no es que ames el móvil en sí, sino que amas tomarte selfies, vivir conectada a tus redes sociales y tener a la mano toda la información que necesitas.
Por eso, si te quedas sin cobertura o sin batería, o si pierdes de vista el smartphone, eres una nomofóbica, una esclava de tu celular, pobre alma en desgracia, oh.
Señales de que eres nomofóbica
- Olvidaste el móvil y tienes un deseo irrefrenable de volver por él. ¡Volantazo!
- Tu smartphone ya no tiene batería, por lo que crees que el mundo te perdió de vista, que eres ilocalizable, ni Dios Padre sabe en dónde estarás.
- Saliste sin teléfono y juras que en ese momento recibirás una llamada importantísima, misma que no podrás atender, lo cual te hace sentir culpable.
- Cuando sales del cine o del teatro, no puedes esperar a ver tus mensajes recibidos y llamadas perdidas. Existe un subgrupo, el de las nomofóbicas con pésimos modales, que suelen asistir a funciones de cine o teatro sin molestarse en silenciar el móvil.
- En bares y restaurantes, tienes siempre el teléfono a la vista, sobre la mesa: él es tu mejor amigo.
- Si te llaman, contestas. No te importa en dónde ni con quién estés.
- Juegas o envías mensajes mientras otra persona habla, te habla, y no te parece una falta de respeto ni nada por el estilo.
- Al despertarte, lo primero que buscas no es la mirada lánguida de tu amado sino tu equipo móvil.
Para mí que la nomofobia es en realidad mala educación. Pero, según expertos, este horrendo padecimiento se manifiesta en síntomas como “ansiedad, malestar general, enfado o inquietud, negación, ocultación y/o minimización del problema, sentimiento de culpa y disminución de la autoestima”.
De manera que no estamos ante casos de nomofobia sino de ansiedad, negación, culpabilidad, falta de amor propio, etcétera.
Porque los lanzamientos tecnológicos suelen causar adicción y a las personas parece gustarnos que así sea: los videojuegos, las computadoras, las redes sociales, el iPhone… en todos lados queremos encontrar abismos. La culpa no es de los artefactos sino de nuestra debilidad de espíritu.
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“El mejor teléfono móvil, ya sea con internet o sin él, un smartphone o un ‘zapatófono’ de toda la vida, es aquel que usamos sólo cuando de verdad nos es útil”, dice un articulista de La Razón.
Que no nos extrañe ver próximamente una oleada de terapias curativas, seminarios, talleres para combatir la nomofobia. Los neologismos son un negociazo.