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Aprende a leer la mirada de un hombre

Porque los ojos son las ventanas del alma.

Hay diferentes tipos de miradas; identificarlas no siempre es sencillo, pero hacerlo ayuda a entender que más allá de las palabras, tenemos otro lenguaje mucho más sincero, sin máscaras, un lenguaje breve y discreto, pero determinante para saber hacia dónde hacernos –y hacia dónde no. Tras analizar varias experiencias con ciertos hombres, me percaté de las siguientes categorías:

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Miradas que duelen

Él casi no parpadea, me mira fijamente, sin miedo. Tranquilamente sostiene su vaso de café y da un sorbo. No tiene ningún problema en sostenerme la mirada, pero tampoco ignora el exterior; yo le doy igual, y no le importa si me quedo sentada o bien me doy la vuelta y desaparezco para siempre.

Miradas que dicen sí

Él me ve y de inmediato sé que hay algo. Primero es una mirada seria, como si le diera miedo o le impusiera cierto respeto, pero sus ojos permanecen observando los míos aun cuando yo me muevo por el bar constantemente. Me busca entre la gente y yo lo tengo bien ubicado. Paso frente a él y sonrío. Responde con una sonrisa abierta. Nos besamos.

Miradas que dan miedo

Un hombre de unos 50 años recorre con sus ojos cada rincón de mi cuerpo, sobre todo esas partes destinadas a estar siempre cubiertas con ropa. Su cinismo me incomoda. Me siento agredida y con temor al pensar que no me ve así por deseo, sino por ser un pervertido que de seguro me quiere hacer pedacitos. Huyo.

Miradas que se contradicen

Él me dice todo el tiempo “amiga”. Él me invita cafés de vez en cuando y me cuenta sobre sus experiencias con otras chicas. Pero cuando me mira sus ojos brillan como caricatura japonesa, y sus ojos también me sonríen, las arrugas en el párpado lo comprueban. Pero somos “amigos”.

Miradas que juzgan

. Después de un par de whiskys todo se relaja, menos él. Yo hablo y hablo y hablo en afán de romper el silencio incómodo, y él bosteza y desvía constantemente la mirada, como si no tuviera alma o ésta estuviera desconectada. El único pensamiento que transmite es “me da pereza y tengo que soportarla un rato más” y él cree que no me doy cuenta, pero pido la cuenta y me voy a mi casa sin ganas de volver a verlo.

Miradas que mienten

Me ve fijamente, me escucha con demasiada atención, tiene exceso de seguridad, se ríe exageradamente aunque nos bromas no sean tan chistosas, inclina ligeramente la cabeza hacia enfrente, lo que le da mayor profundidad a sus ojos. Se esfuerza demasiado por verme, por escucharme, por “conocerme”; se esfuerza demasiado por darme confianza, por hacerme sentir amada. Él tiene un objetivo: conquistarme y después hacer un acto de escapismo. Y lo consigue.

Miradas que abrazan

. Lloro inconsolablemente porque me lastimaron. Lloro y él no me dice nada, sólo me escucha con atención. Su mirada está relajada, pestañea a un ritmo normal y frunce ligeramente el ceño en señal de empatía, de que está enojado por lo que me pasó. Su mirada dice “todo va a estar bien” y su boca no tiene que pronunciar ninguna palabra para que yo lo sienta. Es mi mejor amigo. Y sí, todo va a estar bien.

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