Existe el clásico estereotipo de “la hija de papá”: malcriada, creída, bien vestida y arrogante; guapa, pero igualmente caprichosa. Una utopía femenina que, sin duda, se ha reinventado gracias a las betches.
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La palabra betch fue un término creado por Jordana Abraham, Samantha Fishbein y Aleen Kuperma, de 23 y 24 años de edad, quienes ahora habitan cada una un piso de Manhattan gracias a redefinir los términos de una generación de mujeres materialistas, superficiales y eso sí, siempre mateniéndose guapas y delgadas.
Estamos hablando de Betches Love This, un blog que no sólo es considerado como la Biblia de millones de chicas jóvenes que quieren sacar provecho del buen físico que poseen, sino también para gays con ánimos de echar una que otra carcajada muy fancy.
Pero el éxito de Jordana, Samantha y Aleen no queda en la Internet, pues hoy en día incluso han lanzado un libro que se encuentra en las listas de los más vendidos: Nice Is a Place in France (haciendo juego con las palabras “nice”, o linda, y el idílico paraíso francés llamado al castellano como Niza).
Esta generación nueva de mujeres de entre los 18 y 24 años con un poder adquisitivo considerable (y materialista) ha sido no sólo inspiración de guiones cinematográficos, sino también de un estudio realizado hace un par de años por el New York Times en el que estas chicas confesaban sus 3 reglas de oro: no ser una chica fácil, no ser pobre y, lo más imporante, no estar gorda.
Celebridades como las hermanas Kardashian y Hilton (e incluso la Familia Real de Inglaterra) se han considerado ídolos para estas chicas. El cotilleo sobre estas personalidades del mundo actual no cesa entre verdaderas chicas betches.
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Seguro para todo padre de familia que se tope con el sitio que sus hijas frecuentan alegremente, será un horror toparse con tal contenido de lenguaje soez y atrevido que no escatima en temas como el sexo, la manipulación del sexo opuesto, el desinterés social y el manejo impecable de las apariencias en artículos que contienen frases como: “ser británico es lo mejor”, “si gastas más de 15 dólares en el antro es porque necesitas perder 20 libras de peso”, o “el sexo oral finalmente es sexo; sin embargo, es más íntimo que el coito”. (Y, retomando ésta última, las betches tienen una regla de oro en cuanto a su sexualidad: no pasar la noche en su cama la primera vez.)
Ante tanto revuelo con el cinismo manejado por estas mujeres a ya miles de lectores, la filosofía betch ha sido tópico en diversas cátedras universitarias, como las de la profesora Sarah Kersh de la Universidad Vanderbilt, que somete estos escritos a un análisis del comportamiento humano. “Betches Love This desdibuja la línea entre el humor y la realidad”, dice.
Por su parte, las chicas (que ahora tienen incluso su propia línea de ropa y accesorios) han confesado que hay una línea bien delimitada entre lo que es real y lo que tan sólo es para diversión. Las betches han dicho: “Es como el diablito que está a tu lado derecho diciéndote lo que no debes hacer. No vas a hacerle caso”. Pero igualmente te tienta, ¿no creen?
