Cuando tenemos un horario completo y no nos da tiempo de ir a comer a la casa, es muy complicado encontrar una forma de comer que nos tenga totalmente satisfechas.
En los 18 años que llevo de vida laboral, siempre he tenido horario completo y a veces muy pesado, pero afortunadamente varios años he podido ir a comer a mi casa. Mi primer trabajo me quedaba bastante lejos de mi casa pero como tenía dos horas de comida y en esa época no había taaaaanto tráfico en esta ciudad (vivo en el Distrito Federal, en México), decidí usar una de esas dos horas para trasladarme y comer sano y rico.
Después me cambié de trabajo y ya no me dio tiempo de ir a mi casa, entonces opté por no comer o comer porquerías, es decir, sándwiches de tres pesos, bolsas de papas fritas y pastelillos hechos en serie con refresco de dieta, obviamente. Ahí empezó mi carrera como faquir aunque esta etapa duró solamente dos años.
Mi siguiente trabajo era muy flexible y salía muy temprano, así que en esa época comía diario en mi casa. Luego tuve un periodo muy pesado con horarios muy largos pero con dos horas de comida lo que me permitió por seis años seguir yendo a mi casa.
Ahora no puedo ir a mi casa a comer, así que lo que hago es comerme un sándwich en mi oficina y comer bien en la noche que llego a mi casa.
Las opciones que hay cuando tienes que comer fuera por necesidad la verdad es que son muy escasas. La primera es que te lleves comida de tu casa y entonces tienes que considerar varios aspectos: si hay donde calentar la comida y si no te tienes que llevar algo frío de lo que seguro al mes ya estarás harta. Depende qué comida lleves a veces vas a tener que refrigerarla durante las seis horas antes de que den las 2 p.m. Ver si hay un lugar adecuado en donde te puedas sentar a gusto y comer tranquilamente, o vas a tener que comer en tu escritorio frente a la pantalla de computadora en los horrorosos recipientes de plástico, lo que resulta muy deprimente.
La segunda opción es salir a comer cerca de tu oficina lo cual puede ser caro depende de dónde lo hagas; si decides ir a la fonda más cercana, que es más barato, la comida puede no ser de muy buena calidad y causarte malestares estomacales, además de que lo más seguro es que engordes por el cambio de alimentación.
La tercera opción y que no en todas las empresas la ofrecen es ir al comedor corporativo. Pero resulta casi igual o peor que la fonda de la esquina porque te cobran también muy barato pero ni siquiera te sales de la empresa para dar la vuelta. Normalmente estos comedores son masivos, tienes que hacer cola, pasar con tu charola y servirte de jalón toda la comida y por consecuencia se te enfría; te tienes que sentar en mesas comunales donde caben hasta 20 personas, apretadas, en un lugar que parece el reclusorio y que ni ventanas tiene.
La verdad es que estas opciones no son nada alentadoras, pero por necesidad tenemos que acostumbrarnos, aguantar y buscar la opción que nos acomode más que nunca será perfecta desafortunadamente.
Foto: (cc) Torsten Mangner