Quién no vió la película “The Devil wears Prada” con Meryl Streep y Anne Hathaway, lo primero que se les viene a la mente es la jefa bruja ¿ah?. Siiii…
Bueno a mí no… (y no es una ironía) es una gran película comedia dramática, que habla de la moda, de una mujer poderosa e inspiradora que controlaba ese imperio que era su revista Runway y buscaba una asistente hiper-proactiva, y capaz de leerle el pensamiento.
En un trabajo tuve que buscar tips e investigar sobre las “Jefas mandonas” y cómo sobrellevarlas. Descubrí que esas mujeres que son gerentes, vicepresidentas, jefas de sección, y algunas que llegan a ser presidentas de la compañía, son mujeres si bien cierto, exitosas, muy cultas, llenas de diplomados, hablan varios idiomas, incluso han postergado un poco su vida personal por ascender profesionalmente son como toda mujer sensible, cocinan, se enamoran, las decepcionan, las traicionan, tienen sueños, tienen sus días, quieren chocolates y ver tv toda una tarde, quieren formar familia, tener hijos, casarse, y les parece impresentable que no existan más personas como ellas, capaces de trabajar las 24 horas del día, cumplir con compromisos familiares, personales y agradecer más que quejarse.
Comprendí en mi experiencia personal que tener una “Super Jefa “ es abrumador, a veces uno la ve como una mujer implacable, la admira, la idolatra, a veces el miedo a defraudarla te hace cambiar tu propia forma e imitar su perfección, querer ser ella por un día, con su auto de lujo, su casa perfecta, la sonrisa impecable, cuando uno habla todo el día de la Jefa, no falta quién te dice..”¡ahhhh, te gusta la jefa! Te cambiaste de bando. Me parece extraña tu actitud”.
Tener una Super Jefa debe ser un motivo de superación, de admirar pero guardando las proporciones, sin olvidar que lo principal es ser humano también. Si tienes una jefa, no la veas como un enemigo, más bien haz bien tu trabajo siempre, aprende de esa mujer empoderada. Pero sigue siendo tú misma, sin tratar de imitarla porque cada uno tiene su propia identidad.
En mi caso, no tuve que pedirle las recomendaciones a mi ex-súper jefa, quizás no hubiese tenido la suerte de Andy Sachs, como en la película. Quizás para mi versión de Miranda Priestly también fui la mayor decepción y su peor asistente. Posiblemente no encuentre respuesta a mis preguntas, lo que sí sé es que soy una mejor empleada, gracias a todas sus exigencias y caprichos.