Ya que se viene el día internacional de la mujer y todo aquello: parece una buena oportunidad para reflexionar, ¿No? Yo tengo que contarles que me encuentro en una etapa muy feliz. De verdad, me encanta mi trabajo (y no lo digo porque mis jefes lean esto), veces uno se siente en el lugar y momento correctos y no hay más que hacerle, sino disfrutar y seguir creciendo y aprendiendo.
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Les diré porqué me siento más empoderada que nunca: esto es, dueña de mi situación y de mis sueños. Y no sólo eso, sino que voy por el camino correcto. No que sea fácil, sólo el adecuado para mí.
Les contaré que iniciar el año no fue fácil, de hecho me sentí un poco perdida en un montón de ocasiones y con ganas de tirar la toalla por todos lados. Como que no estaba ni remotamente cerca de donde quería estar, ¿conocen esa sensación?
Sin embargo hubo un cambio importante en mi vida a finales de enero: me desintoxiqué del pasado. Dejé los viejos lazos amorosos con las personas que creí eran LAS PERSONAS de toda la vida, por mi salud mental, y gracias a eso llegué a unas conclusiones importantes: no necesito que nadie, y menos un hombre me salve. Primero tendría que salvarme yo sola. Quererme como soy y confiar en mi potencial, sin importar si alguien me dice que es bueno o malo. Simplemente creer en el.
Solía necesitar que alguien más me lo dijera, que me lo confirmara. Pero ya no. Hay ciertas cosas que necesitamos arreglar desde adentro y se notan de afuera. Estoy abierta a escuchar opiniones y aprender, pero eso ya nunca más pondrá en duda mis capacidades. Y me siento más fuerte, libre y lista para amar (en general), que nunca. Y quién sabe, a lo mejor aquí es donde el viaje comienza en realidad.