Amo dormir. Probablemente más que cualquier persona. Es verdad, si tengo que elegir entre cualquier otra necesidad básica y dormir, siempre va a ganar la segunda. En la universidad desarrollé la habilidad de poder hacerlo casi en cualquier posición y en cualquier momento. Una vez incluso me quedé dormida con un ojo abierto (una experiencia extrasensorial, si me preguntan).
En general, el descanso necesario tiene una prioridad alta en mi esquema. En algún punto de la universidad decidí que no valía la pena perder noches enteras de sueño por una calificación. O dos. O tres. Les digo, dormir siempre ha tenido una buena prioridad en mi vida.
Y a pesar de eso, hasta hace poco no se había vuelto un hábito excesivo. Al menos hasta hace poco. Como nunca, cada vez más me cuesta más trabajo levantarme en la mañana, aunque duerma entre 8 y 10 horas por la noche. Y a pesar de contar con 6 alarmas, (sí, 6 alarmas) me es imposible levantarme. A veces llego del trabajo y si me acuesto un momento en el sillón, es seguro que me voy a quedar dormida, al menos un rato y si no es que hasta el día siguiente.
Es decir, esto de dormir se está saliendo de control últimamente. Como vivo con familia, no han faltado los comentarios, ¿No estarás deprimida? Pero es el problema, no me siento todo el tiempo mal, ni lloro todo el día a todas horas. En realidad, la mayor parte del tiempo me siento contenta, aunque podríamos descontar algunos días que las películas me hacen llorar en algún punto.
No me siento mal, sólo de vez en cuando dejan de interesarme las cosas, o siento que no avanzo en mis planes a futuro, que con cada día que pasa tienen más cara de urgencia. Me siento un poco estancada, y a veces un poco sola. Pero es todo. ¿Eso es estar deprimido?
Por las dudas, voy a empezar a incorporar un poco de cardio a mi rutina. Las endorfinas lo pueden todo. ¿Ustedes qué opinan?