En las últimas semanas, han ocurrido cosas que me han hecho sentir un poco más madura, y si he de admitirlo, un poco más adulta. Hace unos meses, me sentía como la pequeña niña que pagaba sus cuentas y la renta para ver si lograba engañar a todo el mundo, pero igual sintiendo que no lo conseguía.
La semana pasada tomé algunas decisiones y acciones que,en definitiva, me hacen sentir más cerca de esa adulta (que si bien ya soy), que quisiera llegar a ser.
1. Sacar de mi vida a personas que me hacen daño
Hay relaciones que te perjudican en realidad, aunque sean de muchos años. A veces hay que armarse de valor y llevar a cabo una decisión tan complicada. Lo cual hice la semana pasada, pero no teman, no hice como haría antes, de desaparecerme sin dejar explicación. Dejé una carta explicando detalladamente porque esa persona no era buena en mi vida, que aclaro, quiero muchísimo, y me marché.
2. Llegar a una fiesta de cumpleaños con regalo
Cuando era estudiante, era un poco raro llevar regalos de cumpleaños a la gente porque a veces no me alcanzaba siquiera para la cena, o sólo podía pagar el taxi de regreso. Así que a menos de que fuera un amigo o amiga muy cercanos (y planificara ese gasto desde antes o lo compartiera entre varias personas), no me era posible llevar regalos. Y por aquello de que nunca se acumulaban en la mesa, supongo que más personas estaban en la misma situación.
Este fin de semana fui al cumpleaños de una amiga que conozco desde la preparatoria, en realidad, no somos tan cercanas, pero llegar a su celebración sin un regalo (pensado específicamente en sus gustos), me parecía incorrecto y hasta raro. Puede que ir a comprarlo me haya valido llegar tarde a la fiesta, pero lo valió.
3. Salir a un lugar sin miedo, aunque no sepa cómo volveré a casa
Cuando crecía, solía venir a la gran ciudad una o dos veces al año. Y no importaba que ya fuera mayor de edad, siempre me enseñaron a temerle a la ciudad, y no me dejaban ir sola a menos que tuviese con quien ir y regresar. Hablando de la misma fiesta de cumpleaños del fin de semana, y venciendo ese miedo que me habían inculcado. Así que me fui a la fiesta y cuando llegó la hora de regresar, busqué un taxi de sitio y regresé a casa. El taxi de regreso me costó más caro que la cena, pero eso es otra historia.
4. Ayudar de forma calmada y paciente a un niño con su tarea
Creo que ya lo he mencionado antes, que en realidad hasta hace poco no era la mejor persona para ayudar a hacer la tarea o cuidar niños. Este fin de semana mi pobre primito de 9 años tenía que leer la mitad del libro “El niño del pijama de Rayas” (Que por cierto no es lectura para niños), para la escuela. Estuvimos todo el día haciéndole una lectura dramatizada del libro, aunque a veces hacía berrinche, se distraía o desesperaba. Y a diferencia de hace dos años cuando no lograba que hiciera tal cosa, terminamos la tarea sin ser sacudidos por la furia en ningún momento.
5. Escuchar y aceptar cuando me equivoco
Este punto ha sido difícil. En general, se supone que llevo unos años trabajando en ello pero en realidad me ha costado. Ahora ya puedo vivir con la idea de que no tengo que convencer a nadie de que yo tengo la razón, o que tenemos que imponer una opinión sobre los demás. Creo que escribir por este medio ha ayudado en gran medida. Gracias a nuestros lectores y comentadores estrella.
Bueno, esas son cosas que me hacen sentir más madura, ¿y a ustedes?