Ahora entiendo por qué los hombres aseguran que las mujeres son fáciles, huecas, tontas e interesadas. Luego de conocer a las amigas de mi pololo me di cuenta que tienen razón: sus amigas son de ésas.
Tras un par de cervezas, la lengua comienza a traicionar a esas señoritas con labios pintados, botas hasta la rodilla y perfumes asfixiantes: se les sale la técnica. Su filosofía basada en el copete comprado por el “caballero”, una invitación a comer “algo caro” y el auto “lindo” para que la lleve a casa, no podría terminar sin el ansiado agradecimiento del varón: el beso apasionado y una que otra agarradita.
Obvio, después de gastar el billetito se merece la recompensa, como si fuera parte del montado show para que gaste plata en ella, porque esa es la idea ¡Que gaste plata!
Da lo mismo si es inteligente, tenga tema, sea feo, lindo, gordo, espinillento, porque “si tiene auto”, es mino.
Sorry, pero no todas somos iguales. Qué bochorno fue para mí que esa pobre niñita hablara con tanta propiedad acerca de lo que “a las mujeres nos gusta”. Me dio tanta vergüenza que degradara al género femenino de esa forma, pero me sirvió para comprender el gran secreto: gracias a ellas los hombres piensan que somos todas taradas. Con razón se sorprenden tanto cuando hablamos de política, religión, divergencias sociales y discutimos, sí linda, discutimos. Ellas no discuten, solo mueven la cabecita para tirarse el pelo para atrás.
Y aunque los hombres las prefieran tontas “poco reflexivas” o mentalmente más “vulnerables” , tal como aseguró el estudio realizado por la Universidad de Texas, digámoslo, ellos son los que hacen la gran diferencia entre “la mina para pololear” y la “mina para agarrar”.
Perdón, pero no todas queremos lo mismo. No sé tú, pero yo prefiero a un tierno que me presente a sus amigos, me haga compartir con su entorno, se cure conmigo y me llene de besos aunque no le quede un peso en el bolsillo. Amorcito, no todas queremos la platita del chiquillo, algunas buscamos algo que se llama amor, ¿te suena?