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La Copa América y yo

A Javier Ramos parece que lo perdimos por este mes.

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A algunos –sobre todo a algunas- les puede parecer extraño o incluso exagerado que alguien se alegre y al mismo tiempo adecue sus tiempos con motivo de un campeonato de fútbol. Sin embargo, debo confesarlo que yo soy una de esas personas que, por estos días de tanto partido internacional, anda con una sonrisa de oreja a oreja.

Pero no crean que es fácil seguir al cien por ciento –en este caso- la Copa América. Porque son muchos los partidos y varios coinciden con compromisos laborales y –pero aún- sociales. Por lo mismo, mi orden y logística a contar del pasado viernes han sido un verdadero trabajo de joyería.

Afortunadamente, desde hace un tiempo tengo un pequeño televisor en mi oficina. Y como la Copa América va por televisión abierta, cuando los partidos parten muy temprano por la tarde, los veo ahí y punto. Luego un taxi y para la casa, a ver el partido que viene. Tal como lo hice el lunes, que seguí el primer partido en el trabajo y luego me fui a casa y me acosté para ver a Chile con México.

Sin embargo, aunque no me crean, el fin de semana pasado la cosa no fue fácil. Porque el viernes, cuando arrancaba el torneo, un buen amigo celebraba su cumpleaños número cuarenta y me invitó cordialmente. Y claro, hice mis averiguaciones y caché que como la cosa sería más o menos formal, no iba a poder arrancarme a algún rincón de su casa a ver el partido, el primero de la Copa América, entre Argentina y Bolivia. ¿Qué hice entonces? Terminé temprano en la oficina y me fui a la casa de otro amigo que vive cerca de donde era la fiesta. Ahí seguí el partido y, apenas terminó, me fui al cumpleaños. Aunque, obviamente, todos se dieron cuenta del motivo de mi atraso.

Al día siguiente había sólo un partido, pero justo a la hora de almuerzo. Así que como casi nunca lo hago, almorcé en casa y me quedé pegado a la tele. El domingo, con dos partidos por ver, simplemente no me levanté y me la pasé en la cama, frente a la tele y con la prensa del día.

Mis amigos casados dicen que les encantaría poder disfrutar de una Copa América o un mundial de la forma que yo lo hago. Pero la verdad es que están fritos, porque con esposa e hijos la cosa se complica demasiado. Pero bueno, alguna vez que nos toque a nosotros, los solteros. ¿O no?

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