Durante dos años la actriz más famosa de todos los tiempos contó todos sus secretos a una sola persona, un hombre a quien confiaba sus anhelos, deseos y miedos más profundos. Ralph Greenson fue el apoyo de Marilyn en sus últimos días de vida y 47 años después de su muerte se revelaron los ribetes más lúgubres de esta obsesiva relación.
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“Personalidad bipolar, paranoide y adictiva” fue el diagnóstico de Greenson. La sexy actriz tenía un historial familiar de terror. Su madre tenía esquizofrenia paranoica y jamás supo quién era su padre. La actriz antes de morir sufría de insomnio crónico y depresión; nada fácil para una mujer tan mediática como ella.
Según la información que aparece en el sitio español ABC.es “Greenson describía a la actriz como “una huérfana perpetua” y decía sentir lástima por ella. Hasta el punto que llegó a creer que el psicoanálisis tradicional no funcionaría en su caso y comenzó a experimentar con un nuevo y poco ortodoxo método, que incluía en convertirla casi en una integrante más de su familia”.
Actor´s Studio de Lee Strasberg es un instituto donde Marilyn estudiaba para perfeccionar su trabajo como actriz y lograr especializarse también en otras disciplinas y fue ahí donde le recomendaron tratarse con un psicoanalista para que terminara con sus fantasmas de niñez. Sin embrago, en ABC aseguran que “varios de los biógrafos de la “ambición rubia” han implicado al psicoanalista en la muerte de Marilyn, caracterizándolo como un monstruo del control que ejercitó una influencia siniestra sobre la actriz”.
Toda esta información salió a la luz a raíz de una subasta de objetos personales de Monroe que realizarán los hijos del doctor Greenson donde se encuentran artículos como una blusa rosa, una copa grabada de champán, una jarra de martini, un guión con anotaciones, un espejo y un camisón. Al parecer también Greenson fue uno de los últimos que la vio con vida.