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Pepi Viera-Gallo habla de la búsqueda del amor virtual

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-¡Renuncio!- me dijo hace poco una amiga mientras caminábamos por Williamsburg en Nueva York-. Es demasiado frustrante.

-¿Qué cosa?-le pregunté.

-Encontrarse una y otra vez con estos hombres de skinny jeans, que sólo buscan ser adorados por nosotras. Yo soy la mujer ¡no ellos! ¿Me entiendes?

Mi amiga se quejaba de sus citas online, una práctica ya rutinaria en la ciudad con más singles del mundo.

R. (esa es la inicial de la protagonista de esta columna) tiene 32 años, acaba de terminar una larga relación y está cansada de ir a bares o fiestas a buscar Mr. Right. R. no es conservadora. Hija de hippies que recorrían USA en camión durante los 60s, selfmade de la gran manzana y estudiante de cine de Columbia, R. lleva el ADN liberal en la sangre. Sólo que tener que trasnochar hasta las 3 de la mañana para ver si Cupido le dispara una flecha, la cansa y desmoraliza. R. prefiere ahorrarse un hangover (hachazo) dominical y conectarse a www.okcupid.com para revertir su soledad.

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R., dicho sea de paso, no busca un marido, un espermio, ni un clon de Javier Bardem que la acompañe a tener sexo a la Isla Margarita. R. quiere forzar el destino para volver a sentir una mariposa en la guata.
En la siempre competitiva NYC el online dating es un juego que trae sus riesgos. Varias veces cuando R. se estaba “embalando” con Mr. Right, él dejó de responder sus llamados y mensajes. “El problema es que siempre habrá alguien mejor que tú. Más guapo, más inteligente o más cool. La sobreoferta de gente te produce ansia y empieza a hacer zapping y comparar”.

Al revisar algunos clásicos sitios web de dating -como Newyork.timeout.com– uno entiende a que se refiere R. Los perfiles de las personas que ofrecen desde romance, sexo, amor, a una relación estable, son tan específicos -y muchas veces mentirosos- que es difícil no caer en la tentación de escribirle a un tipo que dice tener en el velador de su escritorio a Proust o un disco raro de Joy Division.

No estamos hablando de chicos sebosos con potencial de sicópata sino de hombres que solteras como R. tienen la mala suerte de no cruzarse entre los círculos íntimos de amigos y mira desde la otra esquina del vagón del metro, pensando -soñado- intercambiar un saludo.

En Chile no conozco el equivalente a R. Y sin embargo muchas mujeres de mi generación están desesperadas por encontrar un hombre (es triste, pero según una mini encuesta personal, los solteros o separados parecen preferir las mas impresionables chicas de 20).

Es cierto, R. todavía no ha encontrado un pololo estable, pero ahora lleva semanas hablando con Josh sobre sus respectivas adolescencias en el recién estrenado www.howaboutwe.com. “Cuando hablas en profundidad sobre algo especifico no puedes mentir”, me dice con justa razón mi amiga Este sitio conecta a potenciales parejas en base a ideas comunes y no compatibilidad de perfiles. Por ejemplo: ¿A quién le gustaría caminar por un bosque a pie pelado? O ver tres películas de Godard al hilo ¿Saltar en una cama saltarina escuchando Frank Sinatra?

Mientras nuestros sitios locales siguen sufriendo ese viejo estigma de cita a ciegas (www.datingchile.cl) la tendencia actual es conocerse e interactuar en el momento, tal como lo haces con amigos y conocidos en Facebook o Twitter.

Gracias a la conectividad instantánea de hoy, R. ha reemplazado sus salidas a comer con varios X por sándwiches frente a su computador con Josh.

Secretamente sabe que los dos están esperando que la mariposa en la guata se vaya incubando lentamente antes de salir a volar.

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