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Ese ramo de flores no va a reparar tu corazón roto

Bastaba con un “perdón”. No querías más flores, porque con cada ramo que recibías, te dabas cuenta de que lo que faltaba no tenía nada que ver con lo material.

Ha pasado un tiempo desde que recibiste ese último ramo de flores. A diferencia de las otras, las que te dio en esa visita final eran las más bonitas, las que olían mejor, las que se demoraron más en marchitar.

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Tú no las esperaste, nunca fuiste de flores o chocolates. Aún así, las flores son bonitas y te da tristeza rechazarlas, incluso si vienen de alguien que te hizo sufrir y que cree que todo se puede solucionar con un regalo.

Él siempre pensó que tú entendías, que tenías claras sus razones. Pero, ¿cómo vas a entender algo que ni siquiera él era capaz de explicar? Ese es el problema de las relaciones: siempre hay uno que piensa que el otro lee mentes.

Tú no tenías esa capacidad, o si no hubieras escapado mucho antes para evitar lo que se veía venir. Puedes interpretar el lenguaje no verbal pero, querido, tú no eres mimo y ella tampoco es adivina. Por más que frotes la lámpara, el genio no va a salir a ayudarte. No lo hará.

Él siempre creyó que podía reparar sus errores con flores. El daño estaba hecho, pero lo único que esperabas era un “lo siento”, al menos para saber que él alguna vez supo que te había dañado. Sin embargo, las flores seguían llegando y tú continuabas pensando que eso ya no tenía ningún sentido.

Las cosas, los regalos o los paisajes paradisíacos pierden sentido si hay una espina clavada. Puede que para algunos sea más fácil ignorar esa incomodidad, pero si tú la sientes más, no significa que tengas menor resistencia al dolor, sólo estás más conectada con él.

Bastaba con un “perdón”. No querías más flores, porque con cada ramo que recibías, te dabas cuenta de que lo que faltaba no tenía nada que ver con lo material, aunque viniera de la naturaleza, Marte o la Luna.

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