¿Han escuchado hablar sobre “la zona de confort” de las personas? En palabras simples, la zona de confort es o son todas esas situaciones, lugares y personas con las que nos sentimos totalmente cómodos.
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Por lo general, una vez que el ser humano encuentra su zona de confort, trata de mantenerse dentro de ella. Hay algunas personas que acostumbran probarse a sí mismas constantemente y la forma en que lo hacen, es saliendo de su zona de comodidad.
¿Qué pasa cuando nos salimos de nuestros lugares cómodos y enfrentamos situaciones nuevas que nos producen inseguridad? Lo más probable es que no nos guste.
El cuerpo y la mente trabajan para adaptarse a un lugar determinado. Así como tienen la posibilidad de acostumbrarse a lugares nuevos, también poseen la facilidad para evitar los cambios bruscos.
Al enfrentarnos a la incomodidad, puede que tengamos síntomas físicos. Nos duele la cabeza, nos tiemblan las manos, estamos nerviosos y no funcionamos como quisiéramos.
Lo bueno, es que si salimos de nuestra zona de confort más seguido, estos síntomas van a ser menores cada vez y estaremos preparados para cualquier cosa que se nos presente en la vida.
La incomodidad puede ser un arma que usemos a nuestro favor; el sentirnos incómodos con algo no significa que seamos débiles, sino que estamos creciendo y nuestro cuerpo se está adaptando a diferentes realidades.
Lo mejor que podemos hacer es no evitar esa sensación desagradable que sentimos cuando estamos expuestos a cosas que no nos gustan, ya que al sentirla, sabremos que tendremos un escudo propio que nos protegerá de cualquier cosa.
