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Una caricia para los corazones tristes

Hay días en que se necesita un apapacho al alma. Hoy, corre por mi cuenta.

La semana pasada les hablé sobre lo que las palabras me han enseñado de la vida. Y, para mi sorpresa, recibí comentarios hermosísimos de algunas personas que me han dejado llegar hasta su corazón con todas las cosas que salen del mío.

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Cuando escribo, en realidad lo hago para mí, pensando que alguien más será mi cómplice. Bastante tengo ya con todo lo que me hago a veces; hasta en esas cosas pequeñitas que parecen insignificantes, como cuando te pegas y lo primero que gritas es ‘¡pendeja!’ o haces algo que te carcome la conciencia después.

Entonces pienso en que, por tantas cosas que nos reclamamos, nos exigimos y nos lamentamos diario, también es nuestro deber apapacharnos con ánimos de seguir maravillándonos de este hermoso viaje al que llamamos VIDA.

…Y entonces escribí. Es algo muy especial que hace poco me salvó de un día de esos raros y emocionales que suceden (porque sí me pasan, y mucho). Cuando lo leas, te pido que lo hagas pensando que es justo esto lo que te diría tu yo interior, tu niña interior y tu alma en un momento de tristeza o ‘apachurramiento’.

Léelo, vívelo y adóptalo.

Así que has regresado. Aquí estás de nuevo, y veo que no vienes sola. Traes contigo ese montón de basura que solo te hace cada vez más pesada.

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