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Mi ex es mi mejor amigo

Sí, se acabó el amor de pareja. No, tampoco tenemos sexo.

Sé menos de relaciones de pareja de lo que desearía, pero frecuentemente me encuentro con historias donde figura ese personaje rodeado de rencores, el indeseable, la adquisición de un nuevo enemigo: el ex.

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En mi historia, ese personaje es de hecho uno de mis mejores amigos y no a gran distancia de la ruptura. Después de una intensa y significativa relación de varios años supimos, con no menos dolor, que debía llegar a su fin.

Porque el amor es finito como muchas cosas, con un inicio y una terminación: como un vino, un concierto, una estación del año, la vida. Una puede mantener la esperanza de que posiblemente es eterno pero la ciencia y estadística de las relaciones-para-siempre S. A. de C. V. dice que eso es poco probable, y las cosas deben acabar, aunque te resistas, aunque te azotes.

Y se acabó. Sí, queda la costumbre y el fantasma de la compañía, pero a poco a poco se desvanece la necesidad de hacer las compras juntos, de la plática antes de irse a dormir, de la llamada diaria por cualquier motivo, del caminar de la mano, de ayudarle a escoger la mejor camisa. Todo eso créanme se va.

La ruptura, por más sensatez que le pongas, es como cualquier otra: sufrida. Pero la resignación sienta bien porque finalmente se tomaron buenas decisiones. Comprendes que si durante la relación hubo episodios tristes no fue culpa de él sino responsabilidad de los dos; que la necesidad de explicaciones es absurda, que las preguntas en tu cabeza encontrarán respuesta con el tiempo ya cuando sean irrelevantes. Lo que nunca entendí es ¿por qué hay que desterrar a alguien de tu vida solo porque dejó de ser tu pareja? Él también coincidió en que esas eran niñerías.

Sí, se acabó el amor de pareja, totalmente, de los dos lados; y la inercia al sexo. Recobramos cada quien su espacio y un respeto inquebrantable. De un día para el otro el apego se esfuma y queda una fuerte y sincerísima amistad: esa joya que devela lo mejor de la calidad humana. Fraternidad, amigos sin dependencias ni confusiones, porque cuando te hace genuinamente feliz verlo siendo feliz sin ti ya estás del otro lado, estrellita en la frente en la asignatura madurez.

Quedan dos personas que se conocen, que entienden el mismo lenguaje y los chistes locales, que no necesitas ver más de una vez al mes pero cuando salen son uña y mugre. Para quien estarás para apoyar en las buenas y en las malas desinteresadamente, para compartir ideas, proyectos y una opinión sincera. Vaya, una amistad: buenos camaradas que buscan amor en otro lado porque lo de aquí ya fue y fue hace mucho.

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