Las civilizaciones precolombinas usaban el maíz como base de su alimentación, y era tan preciado que se dice que el mito de El Dorado, una ciudad hecha de oro, surgió de la confusión cuando los españoles le preguntaban a los indígenas por las riquezas doradas y estos les indicaban dónde encontrar maíz.
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La mitología de la región de Chalco también cuenta cómo nació Centéotl, dios del maíz o “señor amado” y cómo éste se metió en la tierra para engendrar más plantas semillas como el algodón, el camote y otras variedades de maíz.
De hecho, Tlaxcala significa “lugar de las tortillas de maíz” y se han encontrado evidencias de que allí se consumía este alimento hace más de diez mil años.
La tortilla se prepara a base de granos de maíz cocidos con agua y cal, que se muelen en metate para formar una masa. Con ésta se hacen bolitas que se aplanan y se cocinan sobre un comal de metal o de barro.
Los tamaños de las tortillas van entre 12 y 18 cm de diámetro y su espesor va de 1 a 2 mm. Las hay blancas, amarillas, rojizas y azules, según el tipo de maíz que se use en su elaboración. También existen las llamadas tortillas de harina, a base de harina de trigo, originarias del norte del país pero que ya son comunes en todo el territorio ya que se empacan y transportan con facilidad.
La tortilla es rica en fibra y en carbohidratos, por lo cual es una buena fuente de energía. Ayuda a la digestión evitando el estreñimiento y se dice que es auxiliar para reducir el colesterol. Además, es fuente de minerales (calcio y fósforo) y de vitamina B3.
Tacos, flautas, chilaquiles, enchiladas, sopa de tortilla, enfrijoladas, enmoladas, tostadas, quesadillas, sopes… ¿cuál es tu forma preferida de comer tortillas?