Hablar de María Callas es complejo. Es difícil evitar que las palabras escándalo o tragedia entren en el retrato y claro, no son las razones adecuadas para ponerla en la lista de las musas. Fue una de esas mujeres amadas y odiadas (casi con la misma intensidad), por su talento. María la diva, la cantante, una prueba reciente de que algunas personas viven y mueren por hacer música.
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María Callas era para mí un misterio muy fuerte, porque a veces no entendía su música y tantas otras no la entendía a ella. Me tomó el escuchar muchas grabaciones, historias de su vida e incluso algunas masterclasses para entender porqué se le bautizó como La divina.
La hija, la diva y la chica
Ana María Cecilia Sofía Kalogeropoúlou, su nombre completo, nació en Nueva York, en una familia de inmigrantes griegos. A los 13 años, y ya siendo cantante, se mudó a Atenas para seguir la carrera de canto. Era ahí donde su madre sabía que tenía más posibilidades de convertirse en una estrella de la ópera allá, donde tenía más conocidos que podrían ayudarlas. Sin embargo, su madre nunca fue cariñosa con ella. Siempre le dijo que era una muchacha fea y que por lo único que valía la pena era por su hermosa voz.
Eso no la detuvo. María se volvió una mujer fuerte y valiente, además de sofisticada. Tanto, que subía al escenario a pesar de que sin lentes no veía casi nada, era miope. Cabe aclarar aquí que subir así al escenario es casi como tirarse al vacío. Pero con tal gracia, con tal entrega, que sólo este hecho revolucionaría la historia de la ópera para siempre. Y cambiaría este arte de la misma manera.
Antes de la divina, los cantantes de ópera solían quedarse parados viendo al director de la orquesta. Que, si me preguntan, era aburridísimo. Uno iba básicamente a escuchar la música y no a ver una historia en la que los personajes en vez de hablar, cantaban, como debería de ser. Pero María, aunque lo quisiera, no podía ver al director, así que dependía completamente de su intución a la hora de actuar y sus grandes habilidades musicales para lograr escenas conmovedoras. Se dice que, “se transformaba a la hora de cantar”. Ella solía decir que lo que la guiaba en el escenario, si estaba bien y se sentía preparada era:
La embriaguez de aquello que no se puede explicar.
Como prueba, les dejo uno de los más grandes momentos operáticos del siglo XX, y de la historia: Vissi d’arte de la ópera Tosca, de Puccini. En esta historia, una cantante de ópera es capturada debido a que se sospecha que su novio es parte de una conspiración, por lo que corre el peligro de no volver a verlo, ser violada o torturada y de morir en algún punto de su encierro.
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Viví para el arte, viví para el amor. Nunca le hice daño a una creatura viva.
Algo curioso que uno de sus papeles más representativos hablara de todo que perdió casi al mismo tiempo: su voz, su figura y al gran amor de su vida, Aristóteles Onassis (quien se casaría después con Jackie Kennedy) . Como ella diría alguna vez:
Es una cosa muy terrible ser María Callas, porque es tratar de entender algo que no se puede entender.
No quiero enfocarme en el hecho de cómo terminó sus años, sino en el hecho de que, a pesar de su ceguera, su origen, María Callas no sólo hizo lo imposible: nos hizo ver muchas cosas que jamás habríamos visto sin su ayuda. Fue, como se dice de algunas pocas mujeres por ahí, un genio. Además, es también otro de esos grandes personajes que serán interpredados por Meryl Streep en una de sus próximas películas, Masterclass.