El mundo de publicidad durante muchos años ha explotado el lema “el que no enseña, no vende” y nos ha bombardeado con anuncios de contenido especialmente sexualizados. Como era de esperarse, el mundo de la moda no ha escapado de los comerciales provocativos. ¿Nunca se han puesto a pensar que se use el sexo para vendernos ropa? Si es una actividad que por naturaleza se practica al desnudo, ¿qué tiene que ver la ropa con ella? Todo.
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Comencemos por el principio: se dice que los seres humanos comenzamos a vestirnos por sentir vergüenza de nuestros cuerpos desnudos. Aunque es una teoría que tiene lógica, no explicaría porqué algunas tribus del mundo suelen andar desnudas y felices por ahí. La necesidad de vestir se relaciona a las actividades humanas, el hecho de tener que cubrirnos de la intemperie y a la modestia. Comencemos por ahí. Es un fenómeno interesante, porque si el objetivo fuese sólo cubrirnos, aún lo haríamos sólo con pedazos de tela o pieles sin forma. Y no es así.
Los psicólogos dicen que la obsesión de las sociedades por la modestia, convierte a la ropa, en especial la interior, en objetos sexualizados. Lo irónico de esto es que vestirse es más sexual que andar desnudos. O sea, es más sensual desvestir a alguien que si simplemente camináramos desnudos por ahí, en cuyo caso no habría misterio.
La exageración de las cualidades sexuales
Más allá de eso, muchas piezas de ropa surgieron para señalar, o exagerar cualidades sexuales. Las damas de Versailles, por ejemplo, solían exagerar sus cinturas y sus caderas por medio de sus vestidos. Lo bueno es que esta tendencia ha muerto, si no nos sería difícil movernos o hacer casi cualquier cosa, pero existen otros elementos del vestido que han perdurado y cambiado en gran parte por sus connotaciones sexuales.
Por ejemplo, los zapatos de tacón, que surgieron de la practicidad para que los guerreros persas cabalgaran mejor, en un principio fueron adaptados como una muestra de virilidad. Uno de esos elementos que han ido cambiando en el ideario de la sociedad.
Sin embargo, cuando las mujeres comenzaron a usarlos, a ellos les encantaron: brindan mayor altura, levantan el derriere y le dan una apariencia más torneada a las piernas, además de que al caminar con ellos solemos inclinarnos hacia adelante lo que puede exagerar el busto también.
Las corbatas, con su forma fálica, suelen apuntar justamente al sur. Los cinturones, cuando fueron creados y hasta después de la segunda guerra mundial eran un signo de masculinidad, pues eran usados para cargar espadas y denotar las caderas estrechas y anchas espaldas de los hombres. Su uso práctico surgió de manera reciente.
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Una blusa para mujer se abrocha del lado izquierdo, mientras que las camisas de hombre del lado derecho, esto tiene que ver con el hecho de que a lo largo de la historia los hombres acostumbraban vestirse solos, y las mujeres ser ayudadas por miembros de su servicio. Además, seguramente también era mucho más práctico si un hombre quería desvestir a una dama. Quizás la costumbre debería cambiar ahora que todos nos vestimos solos.
Los hombres dejaron de usar faldas y vestidos (o piezas de ropa que lo parecían) con la revolución industrial, este cambio llevó a una de las piezas más versátiles y sexys del mundo: los pantalones de mezclilla.
Bien lo dice Calvin Klein:
Los jeans son sobre sexo.
El efecto del vestido rojo
El rojo es un color que nos vuelve locos. Intenten por ejemplo, comprar un vestido en línea. Si el modelo viene en varios colores, entre ellos el rojo, su impulso será el de comprar ese (aunque ya tengan muchos en ese tono). Resulta ser que a todos nos encanta esa tonalidad. Culturalmente tiene una larga historia de significar status, poder y riqueza. Del lado psicológico, es un color que representa amor, lujuría y sexo. Así que señoritas, ya saben en qué color causarán mucho más impacto.
Ya lo saben. La evolución del vestido tiene todo que ver con sexo. Siendo así, quizás sí sea buena idea no enseñar de más hasta que su hombre se lo gane.