Soy exigente con mis pretendientes, dije. Ya no estás para escoger, dijeron los trolls (yo digo que son mi mamá). Pero para mí, el punto era que me boicoteo y me pregunto por qué.
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La forma más común de boicot, y estoy segura de que no soy la única en este caso, es el “es que estoy enamorada de alguien más”. Y casualmente, es un alguien más “imposible”, porque casado/habitante de otro país/personaje de ficción (Bartléby, no andes con nadie, porfa). Lo peor de todo es que caes, caes redonda, crees que esta vez es amor del bueno.
La tensión sexual se extiende por semanas, meses, un año cuatro meses y nueve días y por fin, por fin, estás desnuda con él. Tu cerebro percibe cada contacto con tu piel: el de la sábana doblada bajo tu pierna, el de su cabello que te roza la espalda, el de su mano en tu hombro que te aprieta fuerte como diciendo que esta vez no te le vas a ir a ninguna parte. Estás segura de que tus pechos están de pronto más grandes y todos los olores: cerveza, loción, shampoo, sudor, surgen de pronto, separados y penetrantes. Les cambia la voz y eso te gusta, todo va bien, es lo que estabas esperando desde hace mucho tiempo.
Pero luego termina, y te sientes exactamente como un perrito que corrió y corrió tras un coche, ¿qué haría si lo alcanzara? Nada, los perros no saben manejar. No le sirve, no lo necesita, no le gusta, ya ni sabe por qué le corría detrás. Y ese gran amor se desmorona, se va volando justo cuando llegando, llegaba.
“Pídeme un taxi”, o “no me abraces, que estoy soñando y no contigo” es lo único que pasa ya por tu cabeza. Y después del sexo, no sólo descubres que no es amor del bueno, ya ni siquiera te gusta. Boicot del bueno, eso.
A los dos días regresas con el pretendiente ese al que ya no le hacías caso. Todo va a salir muy bien. A menos claro, y ya ha pasado antes, de que la tensión sexual con aquél, o con otro, vuelva a escalar lo suficiente. Poco a poco mientras pasan las semanas, los meses, quizá más de un año. Y entonces serás infiel, tal vez, porque no se trata de amor ni de sexo, se trata de echarlo siempre todo a perder. Se trata de estar enamorada de alguien más, eso.