Llegó el día de tu gran cita, ¡emoción! A menos de que no estés precisamente emocionada porque se trata de una cita a ciegas o con un chico al que le dijiste que sí nada más porque insistió mucho. Quizá lo conociste en Tinder y no se parece a sus fotos, o una amiga le dio tu teléfono, o simplemente estabas emocionada pero no cumplió con las expectativas.
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Hay dos soluciones, terminar pronto con esto “oye, la verdad no creo que funcione”, y deshacerte de él sin ser grosera… o dejar que llegue a la conclusión de que no eres su chica ideal. A los hombres siempre les gusta pensar que todo es idea suya, así que si optas por la segunda, aquí hay unas cuantas tácticas.
Habla de tu ex
“Ah, te explico, todo comenzó cuando conocí a Carlos”… por más que intente cambiar el tema, tú regresa. Esa cerveza siempre la pedía él, una vez te llevó a montar a caballo y…
Piensa en la comunicación
Con tu teléfono, obviamente. Si no está sonando (debería, siempre debe existir la amiga que te llama para fingir una emergencia a media cita por si necesitas una escapatoria repentina), abre Twitter, Facebook, Instagram, mándale un Wassapp a alguien, el caso es ignorarlo con tu mejor sonrisa. La cereza del pastel es “espera, voy a contestarle este mensaje, es un chico que quiere salir conmigo y si no contesto seguirá llamando”.
Conversa sobre tus hobbies
Ya sabes, tus pasatiempos, como consumir muchas drogas y tomar creepshots de las hijas de la vecina. Las historias graciosas sobre esa vez en que te robaste un coche o terminaste en la cárcel (hey, puedes inventarlas), no deben faltar. Trata de ser egocéntrica y, si puedes, comentar que claro que te gustan las mujeres, si los hombres son horribles, y dan asquito, la verdad.
Sé una diva
Háblale mal al mesero (pobre mesero), devuelve el vino que te den a probar porque “te supo a corcho”, ¡que te traigan otra botella! Malmira la carta, exige que te muestren que el café sí es recién molido… que vea que tiene enfrente a toda una reina, no vaya a pensar que no.
Coquetea
Un poco con él, pero también con el pobre mesero al que trataste mal, con el chico de la mesa de a lado, con todo el que pase. Puedes llegar incluso a preguntarle demasiados detalles sobre alguno de sus amigos o su hermano. Que vea que no mueres por él, ¿no?
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No olvides dar tu mejor sonrisa cuando se despidan. Si después todavía te envía un mensaje para agradecerte y decirte que la pasó bien (los hay desesperados, se los prometo) no contestes, o hazlo con un sincero “mucho gusto, estamos en contacto”. Es el beso de la muerte.