Lo llamo “pereza inmóvil”. Es un fenómeno de lo más común, que paraliza, que nos hace pasar minutos, horas, mitades de días, haciendo justo lo contrario a lo que deberíamos (es decir, nada). Mientras tanto, el tiempo sigue su curso. De no estar paralizadas, nuestra mañana sería taaan productiva.
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La red está infestada de artículos que hablan de procrastinación. Incluso hay blogs exclusivamente dedicados a dar consejos al respecto. Todos los días, algunos más, otros menos, empleamos nuestras horas disponibles en formas que, para efectos de la productividad (otro concepto espinoso), resultan poco convenientes.
Al parecer, los psicólogos están tan preocupados como nosotros por este problema. La siguiente compilación reúne algunas recomendaciones de especialistas: maneras científicamente probadas en que podemos dejar de procrastinar. No está de sobra que le eches un vistazo. Seguramente encontrarás algo útil en ella.
1. Empieza por lo más fácil
Aunque se logra una mayor productividad cuando comenzamos por las tareas desagradables o difíciles, los psicólogos recomiendan que, si nos cuesta trabajo comenzar, comencemos por lo menos complicado.
Empezar es todo un reto pero, una vez que superas ese obstáculo, tu cerebro toma una especie de impulso que le permite trabajar con mayor efectividad. La razón se debe a un fenómeno psicológico conocido como el efecto Zeigarnik. Se refiere a cuando las tareas pendientes se quedan almacenadas en tu memoria. Una vez que las anotas en una lista o comienzas a completarlas, tu cerebro se libera y se desempeña mucho mejor.
2. Engaña a tu cerebro
Las tareas muy difíciles son aterradoras, lo cual nos desanima y nos distrae. Sin embargo, al completarlas, vencemos el miedo y nos sentimos más tranquilas. ¿Cómo ganarle a la inmovilidad y ayudarnos a dar el primer paso? Engaña a tu cerebro de esta forma:
En lugar de pensar “tengo que terminar el proyecto X”, piensa “debo enviar un correo para determinar lineamientos editoriales”, y después “debo sintetizar los lineamientos y comunicarlos a mis colaboradores”. Algo así.
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Piensa por partes. Se trata de que no le repitas a tu cerebro la palabra o la frase del terror. Así, bajo engaño, no tendrá miedo a comenzar.
3. Sé amable contigo misma
Tal vez pienses que, para evitar la procrastinación, debes ser súper estricta contigo misma. Pero la ciencia recomienda que te lo tomes con calma, que no te reprendas ni te martirices. Ya llevas un retraso a cuestas. Ser compasiva contigo te ayudará a aprovechar mejor el tiempo.
En cambio, si te echas en cara constantemente haber comenzando tarde, la tarea será mucho más difícil de completar, y el proceso te dejará agotada. Así que perdónate, y una vez que empieces, trátate bien.
4. Consíguete un buen porqué
Siempre es más fácil realizar tareas que nos gustan, de las que estamos convencidas. Por eso, si te está costando trabajo comenzar, puedes dedicarle unos minutos a plantearte por qué vale la pena hacerlo, por qué es importante cumplir con ciertos propósitos. Convéncente.
La doctora Fuschia Sirois, de la Bishop’s University en Canadá, recomienda incluso buscarnos un porqué más íntimo: “Escarba en lo más profundo de ti y encuentra un significado que puedas valorar a nivel personal, algo que realmente justifique el cumplimiento de la tarea.”
Escúchate
El perfeccionismo extremo y el miedo al fracaso son un atajo hacia la pérdida de tiempo. La ciencia sugiere que escuches a tu yo interior, incluso por encima del pensamiento productivo.
En cuanto te sorprendas pensando cosas como “esto terminará en catástrofe”, o “necesito que quede absolutamente perfecto”, detente. Es hora de aplacar tu ansiedad. Para ello, conviene que dudes de tus dudas.
Los psicólogos aseguran que mover la cabeza de un lado a otro, mientras esos pensamientos negativos cruzan por tu mente, puede resultar útil para no tomarlos en serio. La fórmula parece infantil, pero es una recomendación de especialistas. Nada pierdes con intentar.
* * *
Ahora que ya tienes los consejos, ponlos en práctica. Los hábitos de trabajo y pensamiento no pueden cambiar de la noche a la mañana, pero conviene que vayas acostumbrándote poco a poco. Ah, y no dejes de revisar nuestros consejos para terminar todo lo que empiezas.
¡Ahora sí, a trabajar! 🙂