Primero que todo ¡Feliz día del niño! Y aunque somos niñas, no quise desaprovechar la oportunidad de viajar en el tiempo hacia la infancia. Y aunque la mía se parezca más a una película de Harmony Korine y que mis padres hayan considerado que no era necesario tener TV, atesoro experiencias que, por la época en que vivimos, tenemos en común.
PUBLICIDAD
Como parte de la Generación Y, sí ésta de los que tenemos entre 20 y 35 años, la que no está tan interesada en un automóvil, la que no es tan feliz como desearía, la insatisfecha, la de los neosolteros y de los que vivimos una gloriosa niñez en los noventa, aquí algunas cosas que recuerdo de nuestros primeros añitos:
Convivimos con procesos tanto análogos como digitales
Y más o menos los entendíamos, pero también en un sentido retórico. Por ejemplo, consultábamos las tareas escolares ya sea en una enciclopedia de 12 tomos cuyo maltrato delataba su frecuente uso, así como en la Encarta. Aprendimos a redactar una carta manuscrita, una mecanografiada y correos electrónicos. Vimos películas en VHS, escuchamos casetes y disparamos el obturador de una cámara analógica.
Podemos recordar la primera interacción con una computadora y accesar en MS-DOS para abrir los directorios en un Windows 3.1 para jugar Mario Bros; también hacíamos rudimentarias, y graciosas, invitaciones de cumpleaños sacadas con una impresora de matriz de puntos, ahora desearía haber conservado una.
Las primeras aproximaciones a internet fueron asombrosas, cuando viste una conversación de chat seguro pensaste que era del diablo, tu hermano mayor descargaba música en Napster y tus papás te molestaban cuando ocupaban hacer una llamada telefónica porque estabas conectada por dial-up.
Nuestros juegos
Teníamos nuestros gadgets, pero también jugábamos con cosas tan sencillas como los pasteles de lodo que mordías discretamente, a la casita y a las muñecas. ¿Se acuerdan del Skip-it? Acá le decíamos brinca-brinca. ¿Del View Master?
PUBLICIDAD
Conciencia del bien y del mal
Había una clara delimitación sobre la concepción de lo bueno y lo malo. La cerveza y el cigarro eran malos, los agentes de tránsito son incorruptibles, el gobierno nos protege. Las clases de civismo fueron imprescindibles. Venerábamos a los ancianos y los profesores tenían autoridad incuestionable. Hacer “maldades” no era una gracia y nadie lo celebraba, al contrario recibíamos un castigo. Los dulces eran premios, no parte de la dieta.
De hecho, había una dualidad tan marcada que nunca estuvieron más peleados el rock y el pop como en los 90’s. Aun así, tenías el poster de Nirvana pegado en la pared, y discretamente detrás de la puerta el de Ricky Martin.
El romance noventero
Crecimos con series y películas que nos hicieron idealizar el amor, mucho. Lo aprendimos, casi memorizamos la dinámica. Te llegó a gustar el niño guapo líder del equipo de básquetbol, a quien no cuestionabas si era poco listo, es más le ayudabas con sus tareas, porque para entonces “lo que importaban son los sentimientos”.
Pero después adoptamos la tecnología y todo cambió, nos dimos cuenta que era muy difícil vivirlo tal cual. Luego llegaron las redes sociales y desvirtuaron aún más toda esa romántica fantasía a la que a veces seguimos aferrándonos.
Perseguir y luchar por tus sueños como mantra
Los papás lograron mucho a base de su esfuerzo, fueron incansables. Nos heredaron un optimismo del que quizá no gozaron. Nos insertaron desde la niñez el chip del “Podemos lograr TODO lo que nos propongamos”, bueno no solo ellos, también la publicidad. Enfatizaron en el estudio como la principal vía para obtener lo que quisiéramos.
El camino se volvió un poco más difícil de lo que nos contaron, sin embargo seguimos creyendo como millennials que es mejor la satisfacción de ir tras nuestros sueños, que rendirse al conformismo y la comodidad.
Algunos eventos que nos marcaron
Más bien fallecimientos que sentimos y conocíamos detalles como si se tratasen de personas muy cercanas. Entre ellos, la muerte de Kurt Cobain, Lady Di, y en México, Selena y Luis Donaldo Colosio. Mucho después vendría el atentado a las torres gemelas.
Pero hubo una muerte que nos hiciera llorar más y cuyo impacto nos marcaría de por vida:
Sí, la de Mufasa :'(
La moda noventera
Uff, no podría acabar pronto. Pero es fantástica, surreal diría yo. Preferíamos vestirnos tipo Clarissa aunque las mamás a veces nos imponían los conjuntos o vestidos domingueros. La carita feliz, los chupones, el holograma, las camisas a cuadros, las margaritas y los girasoles, las colitas y las mariposas en el cabello, ¡las scrunchies!, y las gargantillas de plástico (plastic choker). ¡Qué niñas tan monas éramos!
¿Y tú chica millennial? ¿Qué más recuerdas de tu infancia?