La primera década del internet fue también la década de la pornografía, pero después fue cediendo poco a poco su lugar a favor de las redes sociales. Para 2008, los jóvenes de 18 a 24 años pasaban ya más de su tiempo en línea en redes sociales que mirando porno, y ahora, 40% de las visitas totales a internet es en páginas como Facebook, Instagram y Twitter.
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Desde el principio, estas redes han tenido que lidiar con políticas que prohiban o regulen las imágenes explícitas que sus usuarios comparten. En cierto sentido, con razón. Quizá no dan ganas de entrar a ver fotos de la comida en casa de la abuela justo abajo de un repost de Two Girls and a Cup. Tampoco quisiéramos que los niños tuvieran acceso a esas imágenes a través de redes sociales o de cualquier otro medio.
Pero si estas páginas sienten que necesitan regular estas imágenes, es claramente porque los usuarios quieren compartirlas. Para ejemplo, las sex selfies. Solo tomó 4 días desde que Twitter lanzó Vine para que un video porno llegara a la cima de la lista de la “Selección del Editor”.
Entonces, ante la competencia entre las páginas porno y las redes sociales, surgen otras como Fuckbook, PornoTube, Pornostagram y Pinsex. Estos sitios se comportan exactamente como redes sociales e incitan a sus usuarios a comentar, compartir, dar like e incluso crear contenido.
Dichos usuarios son mayoritariamente hombres y transexuales, aunque quisieran atraer a más mujeres, con el argumento de que también nos gusta el porno. Y sí, pero se trata de una industria muy misógina y machista en su mayoría, y eso es lo que debería cambiar para atraernos, en mi opinión, no la plataforma.
Igual, ¿se imaginan que se conectaran todas las redes y apareciera en tu newsfeed de Facebook qué película porno viste, cómo lo hace con Netflix y Spotify? ¿Será una nueva era de auge para el porno casero (que es muy popular en los sitios en cuestión)? ¿El video matará a la estrella porno? ¿qué opinanQ
Fuente: The Guardian