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¿Eres víctima del enamoramiento prematuro?

Si eres una enamorada irredenta, este post es para ti.

Enamorarse no por consecuencia sino por afición. Enamorarse por encargo, por ingenuidad, por obediencia a un par de acontecimientos prescindibles. Existen buenas razones para no enamorarse, pero una se enamora de todos modos, por no dejar.

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La primera cita y ya estamos perdiendo la cabeza, ya queremos largo viaje, desayuno en la cama, planes a futuro, amor infinito. ¿Por qué? ¿Qué es lo que de verdad necesitamos? ¿Seducción? Es que la seducción nunca está de sobra.

Los expertos describen así el fenómeno:

Un síndrome presente en adultos que buscan una relación especial de amor. Se imaginan a su pareja ideal y proyectan esa imagen en otra persona, lo merezca o no. Confunden la emoción o la química con el amor verdadero y terminan sufriendo de infatuación o enamoramiento prematuro.

El problema no es enamorarse sino enamorarse demasiado rápido, antes de tiempo. Les presento a mi nuevo amor eterno, el de esta temporada. Porque el enamoramiento prematuro se instala, se finge trascendente, y luego desaparece sin avisar. Magazo.

Es decir que a veces lo que nos ataca es una grata alucinación, disfrazada de enamoramiento. En el mejor de los casos, a unos pocos días de distancia, la aventura se revela innecesaria o deslucida. En el peor, las más sofisticadas artimañas de supervivencia resultan insuficientes.

Un encuentro casual puede convertirse en una trampa de la confusión y el enamoramiento prematuro. Hay mucho por aclarar después de una noche de sexo categórico, de enunciaciones certeras. Salir de nuevo con la misma persona puede ser peligroso, pero de todos modos, siempre se corren riesgos.

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Se supone que el enamoramiento es lo que sucede al principio de una relación. Pero algunas tenemos el superpoder de enamorarnos sin relación mediante. Porque, resulta, es divertido y dramático bailar al borde del precipicio, sobre todo cuando el otro también parece infatuado. Infatuémonos juntos, mientras dure, YOLO, carpe diem. Salimos raspadas, cierto, pero también lo pasamos bomba.

¿Y qué si son terribles las raspaduras? ¿En dónde se imparten cursillos acelerados de sensatez? Habría que mantener cierta distancia o cierto control, por lo menos al principio, pero no siempre se puede. Es decir que es factible manipular el propio enamoramiento: el asunto es que no nos da la gana. Qué se le va a hacer.

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