No parece ser justificación lo viejo que esté un macho no reproductivo, para que pueda ser cazado un animal en vías de extinción. Menos aún si el objetivo es recaudar fondos precisamente para la conservación de su especie. Pero así se le ocurrió a Dallas Safari Club que subastó la caza de un Rinoceronte Negro en Namibia.
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Se estima que quedan aun 4.000 rinocerontes negros en estado salvaje , frente a 70.000 en 1960. Casi 1.800 se encuentran en Namibia , de acuerdo con el Club Safari.
$ 350,000 dólares fue el monto que logró la adjudicación del permiso para que este mejor postor, el cual tiene una reserva absoluta de la identidad, pueda darse el lujo de matarlo dando una señal del todo contradictoria, más cuando conocemos el repudio que está teniendo esta práctica asumida como una diversión por conocidos rostros del espectáculo.
Lo que más entristece, es saber que por exclusiva causa humana llega el fin de una especie. La perdida de hábitat es la principal causa de que desaparezcan de la faz de la Tierra, miles de especies, incluso aquellas emblemáticas de zonas geográficas extensas. Otra de las causas es la caza furtiva para vender en el mercado negro productos derivados ya sea para medicina tradicional china, paladares excéntricos y lujos sofisticados del “arte” de la decoración.
El verdadero sacrificio de esta especie que está oficialmente extinta, nos deja patéticamente descrita la frívola manera que tenemos para enfrentar los problemas de conservación y preservación de la flora y fauna terrestre.