Eso de hacer el amor bajo el chorro de agua suena mejor de lo que resulta. Si no se tiene cuidado, la cosa puede trasladarse de la simple incomodidad al chipote con sangre. Una podría terminar descalabrada en medio de tantos malabares, en escenario tan resbaloso. Los saldos van de las rodillas moradas a las extremidades torcidas, por no mencionar algunos accidentes aparatosos. Por eso, ¿cómo hacer del sexo en la ducha una experiencia más, digamos, amable? Aquí algunos consejos.
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- La superficie es resbalosa de por sí. Hará falta un tapete, de esos de goma que se adhieren al piso. Si no tienen uno a la mano, usen una toalla.
- Comparte el agua: el otro puede estarse helando y odiarte secretamente durante el resto del cuadro.
- Que el agua no les dé directamente en la cara, que la situación no se ponga tan fea, que se pueda gemir y respirar sin tener que hacer bucitos.
- Sé paciente. Con tanta agua por todos lados, llegar al punto exacto es casi una proeza. Caricias, besos, palabras, lo que haga falta.
- Debajo del agua todo parece más limpio y fresco: podría ser el momento perfecto para el sexo oral, de no ser porque colocarse de rodillas en ese duro y resbaloso parece penitencia. ¿Ves por qué la toalla es importante?
- Usa lubricante: el agua hace que la fricción sea dolorosa.
- Advertencia: el látex de los condones y el agua no son compatibles. Tal vez en algunos casos el sexo oral o los juguetes sexuales sean lo más recomendable.
- Sujétate. Busca una superficie firme y tómate de ella como si en ello se te fuera el orgasmo que espero estés teniendo. Ojo con los movimientos arrebatados si hay shampú en el suelo.
- Aprovechen el secado y vuelvan a empezar, esta vez en la comodidad de la habitación.
Posturas recomendadas
Lo reducido del espacio puede representar un problema. Además, las paredes están frías. Por eso hay que buscar la posición más conveniente.
- Tú en cuatro, con tus rodillas sobre la toalla que tuviste a bien implementar. Él detrás de ti.
- Los dos de pie, frente a frente. Tú con una pierna levantada. Que él te ayude. No se caigan.
- Tú de pie, de espaladas a él, inclinada y apoyando tus manos en el piso.
- Los dos sentados en el piso, tú de frente a él, montándolo, con las rodillas sobre la toalla salvadora.
¿Alguna otra postura que se les ocurra? Feliz baño.