Supimos que la arbolización urbana salva vidas humanas por absorver material particulado fino, ese que entra a nuestros alveólos, y que los metros cuadrados de áreas verdes al que todos los ciudadanos tienen derecho, disminuye la tasa de criminalidad.
Los árboles son maravillosos, por eso más vale cuidarlos, reacomodandolos en vez de cortarlos y plantarlos como acto de fe en que el futuro puede ser más verde y que eso depende de nuetras acciones cotidianas que generando un cambio cultural podrán penetrar en las estructuras para dar paso a una nueva cosmovición ecocentrica y no antropocéntrica, como es hasta ahora.
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