Es una pena que sigan existiendo casos de discriminación hacia personas por su apariencia, por su sexualidad, por su poder adquisitivo, o por las razones más absurdas; pero el colmo es que en actuales aires de modernidad, la sociedad siga discriminando a las etnias y los grupos que representan la sangre de la que descendemos. La herencia malinche está culturalmente tan arraigada en el colectivo mexicano, que exalta ridículamente al extranjero y es hostil con su propia raza. Los indígenas no son en ninguna manera inferiores a nadie, ¿Por qué muchos siguen pensando lo contrario?
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Un caso más de discriminación indignó a los internautas. En San Cristóbal de las Casas (Chiapas, Mex.), a Ali Roxrox, una estudiante de doctorado en el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, quien pertenece a la etnia maya k’iche; le negaron el acceso a una cafetería de nombre “Oh la la! Pastelería Francesa” al notar sus rasgos indígenas y “confundirla” con una vendedora ambulante.
La amiga que la acompañaba se expresó así:
Tan bonito el día hoy y nos acaban de correr de la cafetería-pastelería francesa Oh la la. A Ali Roxox la detuvieron en la puerta prohibiéndole el paso de manera déspota diciéndole que no podía entrar a vender. No ha sido la primera vez que nos pasa. Estoy hasta la chingada de tanta humillación racista y violencia hacia las mujeres indígenas de este pueblo.
Por su parte Ali Roxrox manifestó su postura de esta forma:
Es lamentable que en pleno siglo XXI todavía se considera a las y los indígenas como personas inferiores solo por su identidad étnica y que son asociados en este contexto con el comercio informal, con el analfabetismo, y son discriminados por su condición económica, educativa, cultural y de género.
Ya basta ¿no? Es necesario que como sociedad prestemos atención a estas situaciones, la discriminación de cualquier tipo solo revela nuestro nivel de ignorancia y la incapacidad de reconocer la diversidad en la humanidad. Más triste es la discriminación de raza, aquella en la que se ve inferior a la propia, a quienes mantienen una pureza genética que ha trascendido siglos; absurdas las distinciones y el menosprecio del mexicano que a pesar del color que lleva en la piel, pareciera vivir en una fantasía caucásica. Unos meses atrás, otro caso que saltó a las redes sociales es el de un niño indígena humillado por un funcionario público; estos actos no son más que el reflejo de cuán racistas somos culturalmente incluso desde la infancia, como en este vídeo de un estudio en niños mexicanos.
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En el caso de Ali Roxrox, la cafetería replicó que todo se había tratado de un malentendido y como excusa manifestó que “todos cometemos errores”. Acto que les valió de muy poco, pues la indignación generalizada no advirtió en esa declaración un mínimo gesto de disculpa.
Por lo demás, la confusión del caso de la pastelería, al creer que se trataba de una vendedora ambulante en vez de una estudiante de doctorado, tampoco es pretexto para “correr” a alguien sin la menor muestra de cortesía. Todos, sin distinciones, merecemos un trato digno, sea cual sea tu oficio o profesión también.
Fuente: Proceso