Tomo café desde que tengo uso de razón. Recuerdo mis tardes en la cocina, tomando café con leche acompañado de su respectiva ración de galletas. Esa misma bebida la tomaba un par de horas antes de dormir, casi como para comenzar la rutina de las buenas noches. Así pasé mi infancia y adolescencia, con el gozo de ese delicioso sabor. Llegando a la universidad, el consumo de café fue incrementando hasta que tuve que poner un alto.
PUBLICIDAD
Por diversos temas de salud, recibí la instrucción concreta de dejar el café por completo. No sólo el café, cualquier producto con cafeína — hasta tés negros y chocolates —. Algo que en su momento resultó contranatural para mi, una hija del café del sureste mexicano. No saben el tormento que fue para mi ese periodo de 3 años (además, siendo estudiante de licenciatura).
El día que me dieron de alta, ¡fue la gloria! Tomé un café espresso y prácticamente lo sentí correr por mis venas. Sí, la gloria. Pasando los días, seguía maravillada de cómo pude aguantar un largo periodo de tiempo sin tomar café. Me puse a investigar sobre sus efectos, encontrando estudios e infinidad de listas mencionando puntos a favor y contra. Al final llegué a la conclusión que todo consumo se debe hacer con moderación.
En mi caso particular, disfruto genuinamente el café. Su aroma, el sabor, sus variedades. Cada que visito a mis padres, en Tabasco, paso con gusto por un café tradicional. En ocasiones lo tomo por sus efectos estimulantes, para ello existen otras opciones. Entonces el reducir el consumo significó un reto genuino y hasta la fecha estoy tratando de balancearlo para realmente gozar de sus beneficios.
Recordemos que cada cuerpo es una historia y es un mundo. Se dice que el café ha demostrado que disminuye ciertos casos de cáncer; por otro lado, potencia el desarrollo de fibromas. El café se ha considerado como antioxidante, que en exceso puede causar arrugas en la piel. Se ha reportado que ayuda a los neurotransmisores, a un correcto funcionamiento del cerebro, que crea insomnio y efectos a nivel nervioso. Es un diurético y afecta a la flora intestinal. Infinidad de datos que se contradicen entre ellos.
Entonces los invito a encontrar ese punto de equilibrio, para recibir los beneficios del café sin afectar nuestra salud o nuestros hábitos. Se dice que un café al día es la cantidad ideal, siempre cuidando que se trate de grano orgánico y de calidad — no su versión soluble, de máquina o cargado de saborizantes artificiales. Para restos de café, mejor nada.
Foto: Colin and Sarah Northway (Flickr) / (cc) by | unamanic (Deviantart) / resources & stock