En los últimos años hemos escuchando más sobre los beneficios del amaranto. Pero mucho antes que nosotros, los antiguos pobladores de Mesoamérica ya consideraban al amaranto como un alimento sagrado.
PUBLICIDAD
El amaranto es cultivado en México y Perú. Sin embargo, el registro más antiguo de amaranto domesticado, es decir cultivado, cuidado y seleccionado por el ser humano, data del año 4000 a.c. en Tehuacán, Puebla. Su siembra se difundió por todo Mesoamérica. Se cree que los mayas fueron de los primeros en reconocer las propiedades del amaranto.Pero gracias a los cronistas coloniales del siglo XVI, la mayor cantidad de información que tenemos sobre sus usos, son del imperio azteca.
También conocido como huautli en náhuatl, el amaranto formaba parte de la dieta cotidiana de los antiguos mexicanos. La primera comida de la mañana consistía en un atole de amaranto o chía. A medio día, la comida usualmente era maíz, frijoles, y salsas de chile, acompañados de tamales de maíz o panes de amaranto. Finalmente, antes de dormir, bebían una refrescante bebida de amaranto, similar a la horchata.
El amaranto era esencial para su vida religiosa. Las mujeres aztecas, preparaban una masa de amaranto con miel o melaza, llamada tzoalli, y con ella elaboraban los cuerpos de los dioses. Estos después eran comidos en una ceremonia llamada teocualo, o “comer a los dioses” en náhuatl. En el caso de Huitzilopochtli, dios de la guerra, era aún más elaborado. Las mujeres que lo hacían tenían que ayunar por días y permanecer en un tipo de monasterio.
Cada crónica tiene su propia versión sobre el proceso exacto. Sin embargo, todas mencionan el uso de sangre humana en dichas estatuas. Este tipo de ritual hizo que los españoles pensaran del amaranto como un ingrediente barbárico y diabólico. En lo personal, me parece interesante que “comer a los dioses”, les pareciera mucho más barbárico que la eucaristía católica, donde se supone que se come el “cuerpo de cristo”. Pero imagino que el choque cultural, dificulta apreciar las semejanzas entre sociedades.
Tratando de erradicar estas prácticas paganas, los colonizadores prohibieron el cultivo de amaranto. Quien lo sembrara o poseyera era fuertemente castigado. De un momento para otro, el tercer cultivo con mayor producción (15-20 toneladas) en Mesoamérica, pasó casi a la desaparición. El amaranto fue sustituido por el trigo y el arroz, y dejó de ser parte cotidiana de la dieta mexicana.
Afortunadamente, en 1975, la Academia Nacional de la Ciencia, reconoció al amaranto como un alimento subexplotado, con gran potencial nutricional, y económico. Ahora en todo México podemos comprar una rica, saludable , y económica “alegría”, o palanqueta de amaranto. Además han surgido proyectos, asociaciones y diversas iniciativas que han ido rescatando los diversos consumos del amaranto.
PUBLICIDAD
Para que gocen de este alimento sagrado, les comparto una simple versión del tzoalli (sin sangre añadida), para que hagan sus propias barras de amaranto.
Ingredientes:
2 tazas de amaranto tostado/reventado
5 cucharadas de miel
Cómo hacer “alegrías” o barras de amaranto
Derretir la miel (en caso de ser tipo mantequilla), y mezclarla con el amaranto hasta que todos los granos estén cubiertos.
Presionar la mezcla en un recipiente rectangular engrasado y cortar en cuadros. Dejar enfríar.
Le puedes añadir, nueces pasas o cacahuates.
Así de simple, puedes disfrutar del sagrado sabor del amaranto.
Imagen: (cc) Julio Flores Andrade (Flickr)
Fuente: Amaranto , Qualli e Historia Cocina