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5 señales de que estás madurando, y eso es bueno

Se acerca peligrosamente mi cumpleaños, y aunque me acerca un poco más a los 30s, lo tomo con alegría. Porque, ¿Saben algo? Madurar es de las mejores cosas que les pueden pasar.

Bueno, ya se imaginarán que estoy llegando a esa edad donde se supone, cumplir años no es tan agradable. En menos de un mes, pasaré del cuarto de siglo a un número que espero sea igual de mágico y significativo: 26. Y es que los 25 han sido un año muy loco, me cambié dos veces de ciudad, viajé de forma inesperada y encontré mi lugar perfecto en el universo, al menos por ahora: La Ciudad de México.

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Pero hay en especial, cinco señales que me dicen que estoy madurando, y eso me ha permitido disfrutar la vida de una forma mucho más plena: sin miedos, sin barreras, sin apegos y sin ataduras. Puede que a mucha gente no le guste cumplir años, pero madurar es la mejor cosa que me ha pasado en la vida. Y se los resumo en 5 puntos:

1. Reconocer entre amor y circunstancia

Esta fue quizás la parte más dura de mi año. El darme cuenta de que aún sentía lo mismo por el que yo en algún punto creí era el amor de mi vida. Así que no me fui de Monterrey, en realidad huí porque no podía estar cerca de esa persona sabiendo que su corazón le pertenecía a alguien más. Huí a la primera oportunidad que tuve, y de suerte, fue fuera del país.

Me fui y regresé, pero en realidad esa idea sobre esa persona no se me quitó hasta hace relativamente poco tiempo: en enero. Ahí fue donde me di cuenta que me enamoré de la persona incorrecta porque yo estaba en el lugar incorrecto. Porque yo esperaba que alguien me salvara de mí misma. Y eso queridas, no es amor, es circunstancia, es dependencia, pero no es amor.

Y suele pasar, terminas enamorándote de tu mejor amigo porque es quien te apoya en todos tus proyectos y tus sueños cuando estás teniendo un mal rato. Pero la verdad es, que no puedes esperar a que nadie te arregle. Tú eres la única que se puede salvar de sí misma.

2. Pedir disculpas cuando es necesario

En todo aquél transe del supuesto amor de mi vida, lastimé a una amiga. Quien por cierto, sí es esa persona para el que yo pensaba era mi persona. Y la verdad es, que la segunda cosa que me cayó como balde de agua fría fue que le debía una enorme disculpa. Por estar equivocada y por pensar que el hecho de que lo que había pasado no había sido con el afán de lastimarla, me eximía. Pero no era así tampoco.

Hacer las cosas “Sin querer” no te exime de hacerlas. Es algo que las atenúa, sin embargo, la responsabilidad es tuya y sigue ahí. No está de más decir que aunque tardada, una disculpa nunca llega tarde.

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3. Sentirme dueña de mí misma

Suena a que soy una viejita, pero en realidad nunca me había sentido tan plena y feliz que cuando me empoderé de mí misma. Decidí que yo iba a seguir mis sueños sin importar lo que costara, pero que era algo que haría por mí. No por terceras personas, ni por complacer a nadie. Al final del día me ha hecho sentir feliz y satisfecha, y lo mejor, la gente me empieza a preguntar: ¿Qué te hiciste? ¡Cambié de actitud!

4.Decir lo que siento

Yo soy de esas personas que podía estar cara a cara con la otra, recibiendo una de esas preguntas grandes e importantes y además, siendo incapaz de contestar: por miedo. ¿Miedo a qué? Aún no me explico, pero me detuvo en demasiadas ocasiones, pero no más.

Hace unos años tuve una pelea constante con mi mamá, porque ella no entendía por qué le invertía tanto tiempo, dinero y esfuerzo a la música y el canto, si lo mío, siempre ha sido escribir. Y ese problema no se resolvió hasta que le expliqué, después de mucho tiempo, mi gran amor por la música, mis ganas de escribir canciones, el hecho de que para mí (y nuestros antepasados prehispánicos), la poesía y el canto eran la misma cosa. Fue difícil. Pero después de dejar ir eso, todo ha seguido, ya no me con quedo nada (de lo importante, claro está).

5. Dejar ir cuando es hora

El apego es una cosa terrible, te detendrá de realizar muchas cosas en tu vida. Este año fue para aprender que a veces las personas no estarán y que muchas veces los planes no van a salir como esperas, pero eso no puede detenerte. Controlar el apego a las personas, lugares y las cosas dicen que te hará feliz, y no sólo lo creo, lo estoy viviendo.

Puede que no lo crean, pero crecer no es tan malo. Y una vez que aprendes a ser feliz contigo misma, nada, ni un hombre, te detiene.

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